Cuentos inquietantes – Ambrose Bierce

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Cuentos inquietantes - Ambrose BierceEscritores de misterio o terror los hay por centenares; muchos de ellos son figuras del género y han legado a la historia de la literatura piezas de indudable maestría. Ambrose Bierce se suele incluir en esta clasificación, si bien puede que no a la altura de otros autores como Poe, Lovecraft, etc.; su estilo irónico y desencantado posiblemente haya influido en su consideración como escritor más adulto, arduo o profundo. Y, sin embargo, ese espíritu inconformista y crítico hacen de estos Cuentos inquietantes un ejemplo magistral de la literatura de horror: un horror encarnado en fantasmas, espíritus o presencias perturbadoras, pero siempre arraigado en el alma humana, en nuestro interior.

Los relatos de este volumen se caracterizan por presentar unos personajes marcados por sus debilidades, por sus secretos, por sus vicios o por sus limitaciones; los protagonistas son víctimas, sí, de unas fuerzas que parecen sobrenaturales (y en muchos casos lo son, sin más), pero Bierce se las ingenia para insinuar algo más: puede que esas personas sean víctimas precisamente debido a esas grietas en su personalidad. Sus personajes asisten a apariciones, o se ven amenazados por entidades sobrenaturales, pero en mitad de esas increíbles situaciones casi siempre tenemos la percepción de que su flaqueza, su falta de resolución o su incertidumbre son la clave que les ha llevado a verse en semejantes aprietos.

Pienso en un relato como «El hombre y la serpiente», en el cual un joven jactancioso y seguro de sí mismo se topa con una antigua creencia que contradice todo aquello en lo que cree; el narrador le define como «un hombre de gran sentido común», pero las circunstancias pronto nos llevan a inferir otra cosa bien distinta. Bierce pone a este vanidoso personaje en una situación apurada, lo cual nos permite observar cómo se desenvuelve ante un peligro: su primera intención es «llamar a un mayordomo», dado que no concede mayor importancia al asunto. Sin embargo, al final será su propia flaqueza —la presunción— lo que le convierta en un ser débil ante un oponente… inexistente.

Otro tanto sucede con el relato que abre el volumen, «El camino a la luz de la luna»: el asesinato de una mujer, hecho acaecido en un remoto paraje alejado de todo, se narra a través de las voces de tres personajes implicados en el suceso. Según avanza la narración vamos descubriendo detalles acerca del crimen, pero también descubrimos facetas de todos los protagonistas del caso: sus miedos, sus recelos y sus mentiras, todo lo cual es, en realidad, mucho más importante que el mero hecho de descubrir a un asesino.

La maldad implícita en el ser humano está presente en varios de los relatos: muestras de ellos son «El secreto del barranco de Macarger» o «Uno de los gemelos». Como decía antes, en ellos Bierce pone de relieve las facetas oscuras del alma, que tienen una representación física en la aparición de entes o hechos más allá de la comprensión cabal. No obstante, lo sobrenatural, aunque siempre presente, no esconde la verdadera dimensión del mal: un mal que anida en el propio hombre, no en fantasmas o espectros. Para el escritor estadounidense, el horror sobrenatural es una encarnación de un mal interior, psicológico, que se manifiesta en formas inconcebibles, pero que tiene mucho de real.

Cuentos inquietantes es una colección de relatos excepcionales, que no defraudará a los lectores exigentes, gusten del género que sea. Si aún no han descubierto a Ambrose Bierce tienen que apresurarse para subsanar esa carencia.

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3 COMENTARIOS

  1. Antes de iniciar la lectura de “Cuentos inquietantes” recurrí, como suelo hacer muy a menudo, a la Wikipedia para conocer más a fondo a su autor, Ambrose Bierce, y, aun siendo de una personalidad compleja y misteriosa como pocas, hubo un detalle que me llamó la atención: “El novelista Carlos Fuentes escribió una novela sobre los últimos años de Bierce, titulada Gringo Viejo, que se llevó al cine como Old Gringo”.

    De inmediato, recordé que en mi biblioteca tenía la novela del escritor mexicano y la hojeé con curiosidad. La edición, como casi todas las de hace tiempo, no es muy cuidada: tapa naranja, dos dibujos algo infantiles de Alfonso Rubio en portada, – uno con la figura de un americano a caballo, otro con el mismo protagonista afrontando estoicamente un pelotón de ejecución -, y papel basto de mala calidad. Realmente, en 1985, Ediciones F.C.E. (Fondo de Cultura Económica) España, S.A. no cuidaba mucho de sus publicaciones. En su primera página, una frase de Ambrose Bierce, casi tan cáustica como la que abre “Cuentos inquietantes”: “Lo que tu llamas morirse es simplemente el último dolor”; en la última, unas reflexiones de Carlos Fuentes a cerca de su obra: “En 1913, el escritor norteamericano Ambrose Bierce, misántropo, periodista de la cadena Hearst y autor de hermosos cuentos sobre la Guerra de Sucesión, se despidió de sus amigos con algunas cartas en las que, desmintiendo su reconocido vigor, se declaraba viejo y cansado. Entró en México en noviembre y no se volvió a saber de él. El resto es ficción”.

    Curiosidades aparte, debo decir que he tomado dos decisiones: una, volver a leer de nuevo la novela del ya fallecido Carlos Fuentes, deseo averiguar si su contenido hace más justicia que su portada a la figura del autor norteamericano; otra, hacerme de inmediato con otras dos obras de Ambrose Bierce, “Cuentos de soldados”, ya reseñada en este blog, y “Diccionario del diablo”. Aun en el supuesto de ser la mitad de buenas que “Cuentos inquietantes” merecerá muy mucho la pena su lectura.

    Y es que el compendio de relatos presentados por Alianza editorial en su colección de bolsillo es extraordinario. Son cuentos ambientados siempre en atmósferas agobiantes y opresivas, – nada nuevo si tenemos en cuenta el género a que pertenecen -, pero que surgen, casi siempre, de miedos atávicos escondidos en las profundidades de la mente y puestos de manifiesto a través de los sueños. Los protagonistas sueñan, o creen que sueñan, para despertar a una realidad horripilante, caso de “La muerte de Halpin Frayser”, – no le perdono Sr. Molina que se haya olvidado de él en su reseña, en mi opinión es el mejor de todos los relatos, y conste que los hay muy buenos -, o “El secreto del barranco de Macarger”. Otras veces, como en “Un tarro de almíbar” y “Una noche de verano”, las historias se tiñen de un toque de humor irónico que contrasta con la tenebrosidad de los temas tratados. Está visto que hasta los muertos pueden despertar una sonrisa.

    Forma parte de la antología también el archiconocido “Un habitante de Carcosa”, recogido, con otra traducción, en “Los mitos de Cthulhu. Narraciones de horror cósmico” de H.P. Lovecraft y otros. ¡Ah, los traductores!, qué importancia, aunque muchas veces pase inadvertida, tiene la labor del traductor; basta comparar los dos trabajos, el de Francisco Torres Oliver y el de Aitor Ibarrola- Armendariz, para darse cuenta de ello: donde uno ve aparecer un lince, el otro vislumbra un puma; donde uno pone en boca del protagonista, “Observé entonces con sorpresa que los alrededores me eran familiares”, el otro indica lo contrario, “Observé con estupor que nada me resultaba familiar”. Vamos, que nos quedamos con las ganas de saber si el habitante de Carcosa conoce la fauna autóctona del lugar o si ha sufrido una repentina amnesia, producto de la soledad que le rodea.

    Después de acabar con este pequeño festín de literatura, – ¡lástima que el libro sea tan corto! -, me acordé de un comentario, surgido no hace mucho en este mismo blog, a cerca de los estilos de Bierce y de Henry James. Pasando de puntillas sobre calificaciones tan guasonas como “Miss Nancy James” o “hipopótamo tratando de empujar un guisante”, sí es cierto que Ambrose Bierce, en cualquiera de sus relatos, se come, con patitas y todo, al supuesto terror psicológico del autor neoyorkino. Habrá que pensar que muchas veces la fama no orla la frente de quien la merece, Bierce y James son, en mi opinión, ejemplos muy claros.

    No se pierdan “Cuentos inquietantes”: “Es una colección de relatos excepcionales, que no defraudará a los lectores exigentes, gusten del género que sea”. Una verdad como un templo.

    Cordiales saludos a los seguidores de solodelibros

  2. Estoy de acuerdo con que Bierce es un grandísimo escritor, cualquiera de sus cuentos es perfecto. Y aunque no figura en estos «Cuentos inquietantes», quiero ensalzar el que para mí es con diferencia el mejor de todos «Un habitante de Carcosa» («An inhabitant of Carcosa»), de 1886. Un hombre, residente en Carcosa, que estaba enfermo y que despierta de repente en un paisaje desolado, cubierto por nubes bajas, que no ve más señales de vida que un lince lejano y unos humanos primitivos provistos de lanzas, que no responden a su pregunta de quién es y dónde está y parecen no verle. Descubre con horror que el sol no proyecta su sombra, y que está sobre una vieja lápida rota, en un cementerio abandonado, en la que las letras gastadas le permiten leer su propio nombre y las fechas de su nacimiento y muerte. «Y entonces supe que aquéllas eran las ruinas de la antigua y famosa ciudad de Carcosa».
    El cuento, muy breve y al que no le falta ni le sobra una coma, me parece insuperable. Sin exagerar, lo habré leído un centenar de veces.
    ¡Ah! Y la frase que siempre me ha impresionado más : «Era de día, y sin embargo veía las estrellas. ¿De qué atroz hechizo era presa?».
    (Las estrellas, claro está, son Aldebarán y las Híades, como bien saben los amantes de la literatura fantástica, de «El Rey de Amarillo», de Chambers, y otros).
    Saludos.

  3. Bierce es un autor extraordinari

    Decir que Lovecraft (del que he leido todas sus obras) es quizas superior es sim’plemente absurdo.

    Poe, un fran escritor, pero prefiero Bierce.

    Su realismo hacen de èl un escritor realista. que nada tiene que ver con el genero fantastico.

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