Eça de Queirós es uno de esos autores que jamás defrauda. Su excelente prosa y la lucidez con la que supo retratar tanto la sociedad de su época, como eso que se ha dado en llamar «el alma humana» —cuya variedad de tipos el consignó con pericia—, le convierten en un escritor siempre recomendable.
El conde de Abranhos es sin duda buena muestra de la capacidad de Eça de Queirós para  la crÃtica social y humana. Y lo que más llama la atención de esta novela es que el protagonista que describe se ha perpetuado hasta nuestros dÃas y podemos ver cada dÃa hombres como él en las páginas  de polÃtica de los periódicos.
La novela recoge la biografÃa de Alipio Severo Abranhos, hombre de humilde origen pero que llegará a prócer de la patria. Eça de Queirós se sirve como biógrafo del que fuera su secretario y devoto admirador. Pero la narración del secretario, que quiere rendir tributo a su señor, actúa como un cristal de aumento, magnificando lo que no es sino pequeñez y mezquindad.
Es ese juego de perspectivas hace que el lector entienda la novela como una burla de todo un estamento: el autor bromea, pero usa para ello a un narrador que habla en serio y, de ese modo, el patetismo de lo descrito resalta sin ambages.
Zagalo, el secretario y biógrafo de Abranhos, pretende con su texto consignar la grandeza de un hombre. Pero, a pesar de su intención, lo que cuenta pone de manifiesto la personalidad de un arribista preñado de egoÃsmo, de ansias de poder y riqueza, de la más profunda estulticia. Cada capÃtulo de la vida del conde que Zagalo describe, pinta con los colores más negros el temperamento de Abranhos.
Este termina los estudios de Derecho con buenas calificaciones gracias a congraciarse con los profesores denunciando a sus compañeros. Al empezar a despuntar en la vida pública, reniega de sus padres por su situación humilde. Abandona a la mujer que seduce por considerarla de dudosa moralidad. Y, en polÃtica, pasa del partido progresista al conservador en cuanto ve que el primero tenÃa pocas posibilidades de volver a ganar las elecciones.
En definitiva, el conde de Abranhos es un perfecto ejemplo de hipocresÃa;  aunque, de alguna manera, el lector tiene la impresión de que el protagonista de Eça de Queirós no es consciente de la contradicción existente entre sus obras y sus ideas. Abranhos asume con naturalidad el hecho de que en cada momento y según la situación, busque obtener su beneficio personal, arrimar el ascua a su sardina.
Pero el lector sà es consciente de esa doble moral, resaltada con destreza por el autor por medio de las cándidas palabras de admiración que la conducta del conde arranca a su biógrafo. Y al ver ese ansia de inmovilismo, ese deseo de perpetuar un statu quo que le beneficia, esa flagrante  falta de honestidad y ese exigir que los demás vivan según una norma que no se aplica a sà mismo, uno no puede evitar pensar en los polÃticos que hoy nos gobiernan (o desean gobernarnos). Nada ha cambiado desde que el Eça de Queirós escribiera El conde de Abranhos, y condes como el suyo siguen pudriendo hoy en dÃa la sociedad.
Más de José Maria Eça de Queirós:
- Alves & C.ª
- La capital
- El crimén del padre Amaro
- Cuentos completos
- Excentricidades de una chica rubia y otros cuentos
- Los Maia
- El primo Basilio
Sra. Castro, para los que conocemos a Eça de Queirós siempre es una alegrÃa ver una entrada de cualquiera de sus obras. Ésta, que aparece hoy, la tuve hace algunos dÃas entre mis manos, pero finalmente no me decidà a comprarla; me llevé a cambio otra, que tengo pendiente de lectura, “La tragedia de la calle de las Floresâ€, publicada por primera vez en 1980, ochenta años después de su muerte. Después de leer tu reseña, posiblemente me anime y haga otro hueco en la biblioteca para el mayor escritor portugués del siglo XIX y su “El conde de Abranhosâ€. Leer la mayorÃa de obras de Eça siempre representa un gran placer.
Un fuerte abrazo y hasta la próxima.