Gargantúa y Pantagruel – François Rabelais

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Gargantúa y Pantagruel - François RabelaisNo hay duda de que si hablamos de determinados textos el paso del tiempo es un factor determinante a la hora de disfrutar de su lectura; este es el caso de los libros que componen el ciclo de Gargantúa y Pantaguel, una epopeya clásica del siglo XVI que se considera como una de los grandes obras de la literatura universal. François Rabelais escribió una narración que se apoya, sobre todo, en la sátira de acontecimientos y personas que en una época y momento concretos fueron importantes; pasados los años, la intención del autor queda muy oscurecida por los inevitables abismos que se han creado. Hoy día Gargantúa y Pantagruel sigue siendo un texto divertido, a ratos desopilante, pero que ha perdido la fuerza de su ironía original y, por lo tanto, también mucho de su vigor literario.

La historia del gigante Pantagruel y su padre, Garagantúa, se cuenta a lo largo de estos cinco libros. A la manera de una narración de aventuras, tan de moda en la época, Rabelais va intercalando episodios satíricos de todo tipo y condición; los protagonistas (el grueso del texto se dedica a Pantagruel, ya que solo el primer libro está dedicado a Gargantúa) viajan por territorios verdaderos o fantásticos; conocen a monjes, nobles, campesinos y seres mitológicos; libran insólitas batallas contra cientos de enemigos; marchan en busca de objetos misteriosos… En fin, todo tipo de acciones increíbles que les llevan de un lugar a otro viviendo desventuras a cual más impensable.

Dada la sátira siempre presente y el tipo de personajes que maneja el autor, tan fabulosos y caricaturescos, es fácil pensar en Cervantes y el inmortal Don Quijote. Sin embargo, hay una diferencia fundamental entre una y otra obra: el español construyó con el Quijote una novela sólida, cohesionada y unitaria; el francés, por su parte, pone más énfasis en el aspecto irónico del texto, lo cual conduce a una falta de unidad palpable desde el mismo inicio. Los capítulos, brevísimos y fragmentarios, por ejemplo, dan cuenta de un tipo de narración que busca más el impacto emocional puntual (la broma, la sátira, la denuncia) que la elaboración de un texto completo. El propósito de Rabelais es comentar desde una óptica satírica aspectos de la sociedad de su tiempo que consideraba importantes: de ahí que muchos personajes secundarios estén incluidos no tanto por su importancia para la trama o por su actuación, sino por el papel que representan (a ojos de sus contemporáneos, claro está). Afortunadamente, la edición de Acantilado tiene un corpus de notas que ayudan al lector a no perderse entre las innumerables referencias que el francés incluyó en el texto.

Un aspecto destacable de la obra es el amor del autor por el lenguaje y la cantidad de juegos que este hecho provoca. Las enumeraciones, chistes, listas, dobles sentidos y malentendidos que se generan con el uso de la lengua son constantes; si bien el no leerlo en su idioma original puede hacer que muchos pasen desapercibidos, la buena labor de traducción de Gabriel Hormaechea consigue que, al menos, podemos disfrutar de casi todos sin menoscabo. Y aunque también el paso del tiempo ha hecho mella en este aspecto, lo cierto es que hay capítulos desopilantes que despiertan la hilaridad del lector más serio, consiguiendo así que los elementos menos brillantes pasen a un segundo plano para divertirnos plenamente con ello.

En pocas palabras se puede afirmar que Gargantúa y Pantagruel no es un libro para «todos los públicos»; su lectura es ardua en algunas partes, enrevesada en otras y aburrida (por la falta de referentes adecuados) en otras más. A pesar de ello, tiene fragmentos de una brillantez notable, y obviamente la maestría de su autor no se ha perdido del todo. Si son adictos a los textos antiguos y no se arredran ante las dificultades, puede que paladeen con fruición este libro.

1 COMENTARIO

  1. Completamente de acuerdo con el comentario. Es un buen libro, aunque no se pueda recomendar a cualquiera. A mi me encantó. Muy divertido, y con un gran dominio del lenguaje. Son cinco libros, así que quien quiera empezarlo, si se cansa, puede dejarlo y retomarlo en otro momento, pero merece mucho la pena leerlo aunque sea a ratos o por partes.

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