Interior – Constantin Fântâneru

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Interior - Constantin FântâneruInterior fue la primera novela del rumano Constantin Fântâneru. Su aparición en 1942 tuvo una excelente acogida en los círculos literarios y se señaló a su autor como un renovador de la literatura rumana, aunque Fântâneru acabaría por retirarse a una ciudad de provincias, desapareciendo así del panorama artístico.

Estructurada como retazos que recogen el deambular de un joven de veinte años por las calles de Bucarest, Interior tiene la honestidad de la primera juventud inocente, pero también su ingenuidad. El continuo callejear de Călin Adam puede funcionar como una metáfora de su continuo vagabundear a través de sus pensamientos, sentimientos, fantasías e impresiones, pues no de otra cosa trata Interior —un título desde luego muy adecuado—. Para Călin «callejear pertenece al sueño y a la fantasía».

Pero como apuntaba, la novela peca de la ingenuidad de la juventud. Y, en consecuencia, esas zambullidas del narrador en su yo espiritual carecen, no de profundidad, pero sí de madurez que las haga del todo interesantes. Călin Adam es un joven hiperestésico, sensible y soñador, de modo que el relato de su  relación con su entorno nos llega a través del peculiar filtro que es su consciencia. Pero, al tiempo,  su consciencia es la de un joven sin experiencia y su mirada al mundo, aunque fresca, es cándida, poco incisiva.

En Călin encontramos un enervado amor hacia el mundo que le rodea —especialmente hacia la naturaleza, que en su relato bulle en la primavera—, amor que se extiende hacia el ser humano; lo que, sin embargo, no le impide rehuir el contacto del hombre como un misántropo. De igual manera, una exaltada certidumbre de saberse capaz de acometer cualquier tarea alterna con un enorme hastío vital que le lleva a preguntarse la utilidad de cualquier esfuerzo.

¿Lo reconocen? En efecto, es el vaivén emocional de la juventud que tantos autores han puesto por escrito, con mayor o menor acierto. Fântâneru no es de los que lo hacen mal: su prosa es descriptiva, fogosa, sensitiva. Pero la narración de su vagabundeo errático acaba por rendir al lector. Se puede decir que es precisamente esa vehemencia juvenil el único hilo conductor que une las piezas que el autor presenta. Y si bien la juventud y sus tormentos no dejarán nunca de ser interesantes falta esa reflexión trascendente, esa profundidad de la que antes hacía mención.

No es que el relato de Călin sea superficial, es que se centra demasiado en sí mismo. Sus reflexiones sólo atañen a su propia persona, se aovillan en torno a su propio interior de modo que para el lector es difícil sentirse identificado más allá de esa fiebre juvenil que ya he mencionado. Tal vez Interior es una obra que conmovería más si llega al lector cuando este tiene los mismos veinte años que su narrador.

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