Nikolái Leskov fue un escritor ruso del siglo XIX cuyas obra fue incomprendida en su época, en gran parte al ser eclipsada por las de otros importantes autores que alcanzaron mayor notoriedad. Más adelante generaciones posteriores a la suya rescatarían su producción, ensalzándola como la obra de un autor adelantado a su tiempo cuya visión de Rusia era tal vez excesivamente cáustica.
Un buen ejemplo de esa causticidad es La pulga de acero, una novela corta en la que el autor narra una visita del zar Alejandro a Inglaterra, en la que el soberano es obsequiado con un pequeño prodigio mecánico: una pulga construida en acero a la que si se le da cuerda, ejecuta una pequeña danza. Pero el zar, que acoge con entusiasmo el invento, va acompañado de Platov, un cosaco que desprecia los ingenios extranjeros, totalmente convencido de que cualquier ruso es capaz de superarlos.
Así, de regreso a Rusia, y cuando el anglófilo zar Alejandro ha muerto, Platov propone entregar la pulga a los artesanos de la ciudad de Tula para que demuestren que su talento puede superar al de los creadores del artefacto, idea esta que es secundada con entusiasmo por el zar Nicolás que, como el cosaco, está seguro de que todo lo ruso es superior. Entre los artesanos se destaca «el zurdo», quien presenta ante el zar nuevamente la misma pulga made in England, pero a la que los artesanos han añadido un detalle que demuestra su innegable habilidad. El zar, satisfecho de la destreza que han demostrado, envía al zurdo con la pulga de nuevo a Inglaterra, para que sus gentes aprecien la maestría de los artesanos rusos, si bien el viaje resultará un tanto accidentado para el zurdo de Tula, que debe mantener sus convicciones de buen ruso ante el acoso de los ingleses.
¿Qué significa esta pequeña fábula? puede preguntarse el lector, después de disfrutar de una lectura que resulta tan divertida como tremendamente original. Hay quien quiso ver en ella una crítica despiadada contra cierta admiración desmedida que existía en la época hacia todo lo que no fuera ruso, mientras otros vieron, por el contrario, una jovial exaltación del indomeñable espíritu ruso, capaz de superar cualquier reto. Pero la lectura atenta de la novela nos enseña que Leskov, aun lejos de las formas y el estilo de otros rusos coetáneos que buscaron dejar testimonio de su época en sus obras, supo retratar a Rusia de una pieza, concentrada su esencia en esta breve historia llena de humor y al mismo tiempo, de ternura.
Leskov recoge las ideas de aquellos que creían que cualquier cosa llegada desde el extranjero era buena y que nada semejante podría salir nunca del ingenio ruso, embotado por siglos de atraso, por el consumo de alcohol y por la excesiva atención que se prestaba a los rezos y las reliquias. Pero al tiempo, plasma la naturaleza de un pueblo de excelentes condiciones que en la mayoría de los casos no se han desarrollado por falta de oportunidades. Pues los mismos que se obstinan en hablar francés despreciando el ruso, son quienes abogan por mantener al pueblo sometido, inculto y aferrado a tradiciones atávicas, sin que eso les impida escandalizarse del abandono en el que vive.
Así pues Leskov realizó un retrato de cuerpo entero de la Rusia de su época, en el que mostró a la vez su perfil bueno y menos bueno. Y no deja de sorprender su habilidad para construir una novela capaz de contar una historia sencilla que resulta absolutamente divertida, y esconder a la vez en su interior un análisis tan lúcido de la sociedad en la que tocó vivir al autor.
Más de Nikolái Leskov:
He leído ayer sábado una reseña de Manuel Hidalgo sobre el universo vital y literario de Leskov y me ha aparecido todo un descubrimiento; y además viniendo de una editorial como Impedimenta que nos ofrece continuos flechazos a los lectores deseosos de descubrir cosas nuevas
He leído tus comentarios sobre los textos de este autor en tu sitio. Verdadero descubrimiento esta mañana de domingo. Creo que a partir de estas lecturas,mi especialidad no es ya la literatura rusa decimonónica, sino las estrellas supergigantes de ese tiempo.
Debo volver a estudiar ese tiempo para ampliar mi espectro de fascinación literaria.
Agradezco la curiosidad y la generosidad por compartir tus hallazgos.
Saludos desde Guadalajara, México