Qué sorpresa constituye la lectura de Los acasos; qué satisfacción hallar en mitad de la desidia actual una narración poderosa, firme, imaginativa, brillante, cuidada y pergeñada con inteligencia. No duden que pasará desapercibida y que poco se hablará de ella, pero me da la impresión de que Javier Pascual irá consolidándose con el tiempo como uno de nuestros mejores narradores; una voz exigente y con una calidad incuestionable, aborde el género que aborde.
Los acasos puede considerarse muchas cosas, incluso una novela de aventuras. Que hay algo más detrás de las peripecias del teniente Moisés Mújica y Clavijo es evidente, pero podemos quedarnos en esa superficie para poner de relieve algunas de las características del estilo de Pascual, que afronta el reto de escribir un texto de carácter histórico con una maestría que ya querrían para sí todos los bestselleros de la editorial Planeta. La trama nos lleva al México de finales del siglo XVIII, colonizado por los españoles que tratan de asentarse en sus territorios inhóspitos enfrentándose a las tribus indias que han habitado la región durante siglos. Un escribano recibe un legajo de documentos de puño y letra del teniente Mújica con los que debe confeccionar una escritura funeral para su familia en Cádiz; cuál no será su sorpresa al recibir la notificación de que la madre a la que envía los papeles no tiene hijo alguno. ¿A quién pertenecen, entonces, los documentos, y por qué ha falseado el autor su identidad?
Como decía, uno de los elementos que hacen del libro una lectura mayúscula es la capacidad de Javier Pascual para construir su historia con verosimilitud y credibilidad. El discurso del narrador está lleno de términos y giros que nos retrotraen a una literatura pretérita, con un estilo sobrio y noble, donde la información se desgrana con morosidad. Los entresijos de Los acasos van más allá, desde luego, pero la habilidad del autor para recrear un escenario distante (en el espacio y el tiempo) y unos personajes redondos es más que soberbia.
Sin embargo, el meollo de la novela se centra en ese engaño que conocemos desde el principio. ¿Quién es el narrador de las cartas que recibe el escribano?; ¿a quién suplanta?; o, aún más: ¿a quién inventa? La solución nos llega sólo en las últimas líneas, pero Los acasos no se plantea como un libro de intriga en ese sentido. Pascual pone en pie todo un universo para ofrecernos una reflexión sutil y sagaz sobre nuestra realidad, sobre cómo moldeamos la historia (la nuestra y la que se escribe con mayúscula) con palabras y cómo podemos ser diferentes según quién nos escuche. En varias ocasiones a lo largo del texto el narrado, apelando a la hermana a la que dice escribir, repite que sólo gracias a ella (a su papel como oyente o interlocutora pasiva) entiende lo que le pasa, o al menos lo dota de algún sentido. ¿Es necesario que ese interlocutor sea real para que la historia, nuestra historia, lo sea también? Quién sabe, aunque el escolio final parece apuntar otra idea: la de la narración como engaño, como excusa, como intermediario de otra cosa. La literatura sería una máscara que serviría para ocultarnos ante los demás, pero que también puede proporcionarnos un conocimiento (de nosotros, del mundo, del otro) al que de otra manera quizá no tuviésemos acceso.
Los acasos es una novela espléndida, técnica y emocionalmente; un libro exigente, sabio y de factura impecable que juega con nosotros y nos ofrece casi tantas respuestas como preguntas. Tan innovador como un clásico, Javier Pascual nos lleva de la mano con tranquilidad, con sutileza, pero con una rotundidad narrativa que se valora en su totalidad finalizada la lectura, cuando nos damos cuenta de que el libro es una genialidad pintoresca y hermosa. No lo duden: corran a por esta novela y descubran, si no lo han hecho ya, el verdadero futuro de la narrativa.
No puedo opinar sobre «Los acasos», pero sí sobre «Resiste Tucson» que ha sido aludida en otros comentarios. Deja bastante que desear como novela histórica. Tiene un único mérito en ese aspecto. Lo cual no es decir mucho. Para más detalles al respecto les remito al número de septiembre de 2011 de «La novela antihistórica». Un saludo.
Ánimo Javier Pascual, sólo lo bueno permanece, y Los acasos permanecerá, te lo aseguro. Lo encontré expuesto en la estantería de novedades de una magnífica biblioteca pública que la Junta de Castilla y León erigió en mi ciudad, Salamanca. No voy a contarte todo lo que me ha inspirado este libro, porque es muchísimo y muy bueno. Tan sólo animarte a que sigas en esta senda de calidad literaria y nos otorgues horas tan espléndidas como las que muchos hemos gozado con este libro. Tan sólo un apunte: durante los seis días que me duró su lectura no se porqué me acordaba continuamente de otro excritor magnífico que también tardó en encontrar el camino del éxito editorial: Cormac McCarthy. Un saludo.
Estoy impaciente por conseguirla y compartir el entusiasmo de quienes ya han disfrutado con su lectura.
En cuanto leí el comentario tuve el deseo de leerlo, por lo que aprovechando las circunstancia, se lo regalé a mi padre para que después me lo dejase. A él lo que más le gustó fue la historia, a mí me ha llenado todo. Ya a mitad de la novela no paraba de hacerme preguntas, que se han multiplicado a la finalización. Para mí un buen libro no te deja indiferente y te ronda la cabeza un tiempo después de acabado. Los acasos lo ha conseguido. Acertadísima reseña la del Sr. Molina.
Compré el libro nada más salir, tuve un aquel.. que me decía que la novela era buena. Qué digo buena, soberbia, magistral, una pequeña(lo de pequeña lo digo por las páginas, que el contenido es magnífico) obra maestra de la literatura española. Una vez leída me entró un síndrome de ansiedad por leer mas de éste autor que hacía mucho tiempo que no me ocurría. Es nuestro deber hacer lo posible y lo imposible para que éste regalo literario no pase desapercibido, y que el autor siga por esta senda de la que muy pocos son capaces de desbrozar.
Enhorabuena
Pablo, el mismo sentimiento me invadió a mí tras su lectura. He adquirido ya sus otras dos obras: «¿Pero existe El caballo de Mestanza?» y «Periplos y Derrotas del Chancro de Azamor» (una de ellas con serios problemas, porque tuve que recurrir al mercado del libro de segunda mano).
Pero, desgraciadamente, creo que parte del mundo de los libros no piensa lo mismo que nosotros. En un paseo por una de mis librerías habituales, observé ya que un ejemplar de «Los acasos» se estaba muriendo de pena en uno de los estantes superiores (el más alejado de la vista del comprador), y no era porque le correspondiera ese lugar alfabeticamente. ¡Una pena!.
Cordiales saludos
Hola a Pablo y Miguel.
En efecto, Los acasos es un novelón que pasará desapercibido porque no sigue el juego editorial pertinente. A mí también me costó conseguir ¿Pero existe El caballo de Mestanza? (de hecho, fue un regalo conseguido a través de librería de viejo), lo cual demuestra el poco interés que suscita una literatura arriesgada y exigente como la de Pascual.
Espero también que el futuro nos traiga más obras de este calibre y que entre todos sembremos un poco de curiosidad entre la «fauna» lectora para que hagan justicia a los libros que se lo merecen.
Un saludo a todos.
Ánimo, sobrino. Tú sigue escribiendo así de bien y no te preocupes de nada más. Ya lo dijo Onetti: «Ojalá supiese escribir mal, no sería tan pobre». Pero como el Señor en su infinita sabiduría no nos ha otorgado ese don, pues nada, a apechugar con lo que toca. Felicidades por la novela. Corro en su busca y cuando esté acabada volveré por aquí. Un abrazo.
Si la opinión de solodelibros no me mereciera el respeto que me merece, habría pensado que estaba siendo objeto de una tomadura de pelo: “No lo duden: corran a por esta novela y descubran, si no lo han hecho ya, el verdadero futuro de la narrativa”. Este era el consejo para “Los acasos”, una novela de aventuras, ¡de “indios” para mayor inri!, fabulada dentro de una literatura, la actual de nuestro país, a la que no dedico, salvo poquísimos casos aislados, atención alguna. Me pareció increíble, pero, a riesgo de tropezar con la misma piedra enorme de siempre, la adquirí (aunque no con la rapidez aconsejada por el Sr. Molina) en mi librería habitual.
Acabo de finalizar su lectura, y no consigo salir de mi asombro: la novela de aventuras de “indios”, o el “western” español si lo prefieren, ha resultado ser una excelentísima novela. Pensándolo mejor, recurriré a las mayúsculas para que quede más claro: una EXCELENTÍSIMA novela.
¿Motivos?, muchos y muy variados. La historia está dotada de fuerza y calado, por lo que resulta convincente desde el primer momento, se nos traslada con una prosa siempre admirable, de sintaxis y vocabulario tan adecuados, que parece directamente extraída del siglo XVIII. La trama, estructurada alrededor de elementos en apariencia deslavazados (cartas y legajos redactados por su protagonista), resulta de una especial originalidad y brillantez; como si de un orfebre se tratara, Javier Pascual nos va dejando en cada página las huellas de su cincel, pequeñas trazos inadvertidos que alcanzan toda su importancia con el final de la narración; es justo entonces, al cerrar el libro, cuando todo adquiere forma y el relato aparece nítidamente configurado ante nuestros ojos. Algo, en definitiva, muy distinto de todo lo que puebla, cada vez más por desgracia, las estanterías de nuestras librerías, esos best-sellers y libros recomendados de contenidos adocenados, tan en boga hoy en día.
Pero no son éstos los únicos pros de la obra, el relato trasciende más allá de la novela de aventuras y deja huellas suficientes para mover a la reflexión:
“Cogió el mismo gusto de Allende por desmochar apaches por buenas causas, y tenía tres; el cumplimiento de las reales órdenes de la Corona, la prédica de las Divinas Palabras de los Evangelios y la instauración de la urbanidad donde sólo existía montaraz incuria”
“Yo he recapacitado sobre nosotros mismos, los civilizados: los españoles estamos en guerra con los ingleses, éstos contra los franceses, los ingleses americanos contra los ingleses isleños. ¿Cuál es la diferencia real entre el apache y el español?”
¿Colonización, civilización, apostolado? Nuestros actos y pasos por la Tierra Adentro del norte hablan de algo más: sometimiento, abuso, esclavización en los reales de minas, fomento de la inquina entre tribus mediante maniobras arteras, sedentarismo forzado para pueblos hasta entonces nómadas, desarraigo del medio por el cambio de costumbres y alimentación. Y a donde no llegaba nuestro brazo redentor, llegaba la muerte por enfermedades epidémicas hasta entonces desconocidas, ¡hasta a eso contribuimos!
Nada, sino un rastro, quedó del pueblo “indé”, de los apaches coyoteros, que no conocían la escritura ni la Historia dictada al hilo de la voluntad del “ojo blanco”:
“Nosotros los coyoteros, no conocemos esa retahíla que escribís en vuestros libros. Olvidas que no es ahí, en vuestra Historia, donde nosotros vivimos, ni nos encerramos entre paredes de barro como vosotros. Nuestros muros son el aire que respiramos nuestros días discurren entre espinos y animales salvajes. Nosotros no parecemos más a éstos que a vosotros”
Porque para existir y perdurar, como dice un personaje de la novela, se debe estar en letras, “eso es una verdad como un puño”, o quizás no baste solamente con eso y se precise también de un interlocutor a quien contárselo, alguien que nos escuche y de sentido a nuestra propia existencia. ¿Quién sabe los acasos?
Cordiales saludos a los seguidores de solodelibros
Qué buena pinta tiene el libro la verdad.
Me he topado con este post de casualidad pero de hecho, esta misma tarde me he pedido el libro en una librareria de Bilbao, de donde soy.
Reseñaros, que igual conocéis ya, pero os digo, hay otro autor,de Renteria en Gipuzcoa, Alber Vázquez, que también recientemente ha publicado una novela que transcurre en el «salvaje oeste español» … Un libro realmente entretenido, titulado «Resiste Tucson».
El autor tiene página en Facebook… un escritor estupendo de hecho y muy accesible. Le he comentado «mi descubrimiento» del este libro y lo he reseñado también. Además de incluir este artículo en mi propio Facebook. Saludos.
Y espero disfrutar del libro… que seguro que sí…
De por sí, estupendo título!!!
Vaya, pues desde luego tal y como lo han pintado, el libro tiene un aspecto más que recomendable. Igual le doy un tiento…
Gracias pot tu reseña. Me alegra infinitamente que te haya gustado tanto, a más y más cuanto este libro está surcando las aguas de la literatura con más anonimato, si cabe, que los anteriores. O tal vez sea la apariencia. A mí me da gustito escribirlos, pero es un orgasmo saber que alguien los aprecia tanto (como tú). La propuesta metaliteraria está en todos ellos, de forma más explícita en el primero (¿Pero existe el caballo de Mestanza?, Editora Regional de Extremadura).
Un saludo y gracias por tu (desmedida) inyección de moral.
Javier
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