Los elixires del diablo – E.T.A. Hoffmann

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Los elixires del diablo - E.T.A. HoffmannEn la línea de la literatura gótica que tanta relevancia tuvo a comienzos del siglo XIX, Los elixires del diablo es una novela de terror psicológico que posee características de la mejor literatura de género. El alemán E.T.A. Hoffmann creó en pocas semanas una obra folletinesca, pero cargada de rasgos magistrales de la narrativa de horror; un texto que bucea en las lagunas del inconsciente y explora la personalidad humana con la excusa de contar una historia rocambolesca de espíritus, asesinatos y maldiciones. No es sólo un magnífico texto de misterio, sino toda una exploración del subconsciente que nos sumerge en los entresijos de la mente para mostrarnos los horrores que puede llegar a albergar.

La trama de la novela es sencilla, aunque las peripecias serán constantes y las relaciones entre los personajes llegan a ser extremadamente complejas. En esencia, Los elixires del diablo es el relato en primera persona de un monje, Medardo, que pone por escrito sus vivencias desde que ingresa en un monasterio alemán. Allí se ve tentado por la aparición de una joven que le aparta de sus convicciones, lo cual acarreará toda una suerte de acontecimientos que le llevarán incluso hasta Roma para vencer a los demonios que le atormentan. En sus viajes irá conociendo poco a poco detalles de su pasado, e irá entendiendo por qué su comportamiento se aleja de la normalidad y le acerca peligrosamente a la locura…

Más que una novela de terror (aunque tiene momentos de tensión oscura y subyugante), el libro, como decía, es casi un estudio sobre la mente. Hoffmann crea un protagonista turbio, inconstante, débil y dubitativo, incapaz de hacer frente en muchas ocasiones a los retos que se le plantean; de hecho, suele ser sobrepujado por las circunstancias y obligado a actuar sin tener claro lo que debe hacer. Las crisis psicológicas a las que se enfrenta están descritas con un verismo magistral: podemos ser partícipes del desequilibrio de su mente, que pugna por encontrar respuestas a unos enigmas insondables. Dado que el propio autor sufría de crisis psicopáticas, no cabe duda de que su percepción de las mismas y la exposición que de ellas consigue hace de estos episodios algunos de los más intensos de toda la novela.

Otro tema fundamental para adentrarse en el texto es el del doble. Medardo (ojo con posibles revelaciones de la trama) se percibe a sí mismo como «duplicado»: en ocasiones actúa como si estuviese poseído por otro ente y pierde por completo el control de sus actos; tanto es así que en ocasiones cree incluso ver a otro personaje igual que él. La duplicidad de la personalidad se trata aquí desde la óptica del terror: el miedo a ese doble que no se sabe de dónde sale, pero cuya apariencia y actos son extremadamente reales. La idea de que todos podemos tener dentro un alter ego que actúa por cuenta propia, regido quizá por intenciones malévolas o aviesas, es constante a lo largo de toda la obra: Medardo se enfrenta no a un oponente conocido, sino a una parte de sí que entreve, pero desconoce en profundidad. Su lucha por resistir las tentaciones, tanto las sexuales como las espirituales, es una lucha contra esa mitad propia a la que debe vencer para «completarse», para alcanzar una estabilidad que le serene.

Los elixires del diablo es, pues, una magna obra de terror psicológico. Su único (aunque gran) demérito es haber sido concebida como un mero folletín, lo cual complica la trama hasta extremos casi ridículos y ahoga la voz del protagonista, que se ve inmerso en algunas peripecias que rozan lo surreal. Si se pasan por alto esas partes, lo cierto es que la novela se disfruta con fruición.

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