La aparición de «Me acuerdo» en castellano (gracias a la editorial Berenice) es, por supuesto, una buena noticia. Y lo afirmo desde una cierta ignorancia, puesto que sólo tenía vagas referencias de lo que este libro era, o había significado, para la literatura. Sin embargo, después de leerlo con detenimiento he comprendido que un experimento de este tipo merecía ver la luz traducido; lo extraño (lo cual da una idea del panorama editorial español) es que no lo estuviese ya.
«Me acuerdo» nació como una repuesta —sui generis— de Georges Perec ante un libro de Joe Brainard, «I remember», compuesto por una serie de recuerdos del autor. El francés asimiló de una manera peculiar esa curiosidad literaria y unos años después publicó «Me acuerdo», su propio y particular compendio de memorias.
¿Qué tiene de especial este libro? Estilísticamente, siendo sinceros, muy pocas cosas. «Me acuerdo» se compone de 480 recuerdos, frases más o menos cortas que Perec comienza siempre con esas dos palabras y en las que rememora asuntos muy dispares, sobre todo de su infancia y adolescencia, durante los años cuarenta y cincuenta. Entre ellos asoman memorias de todo tipo: estrellas de cine (unas olvidadas, otras no), deportistas, políticos, teatros antiguos que han sido derruidos, estaciones de metro clausuradas, escritores, compañeros de escuela, programas de radio… La lista es larga y los recuerdos se van desgranando sin hilazón, tal vez guiados por esa extraña maquinaria que es el cerebro y que los encadena sin un orden aparente. En todo caso, asistimos a un repaso —más o menos pormenorizado— por la historia de esa Francia de posguerra, agotada después de la Segunda Guerra Mundial (muchos de los recuerdos de Perec se encuadran dentro del dolor y la desgracia de esos años), pero con unas ansias de vida que se reflejan en los recuerdos de Perec: los cines, los teatros, las estrellas…
Me acuerdo del pan amarillo que hubo durante algún tiempo después de la guerra.
Me acuerdo de la época en la que se llevaban las camisas negras.
Me acuerdo de lo agradable que era estar enfermo en el internado e ir a la enfermería.
Me acuerdo de que Warren Beatty es el hermano pequeño de Shirley McLaine.
Me acuerdo de la Nouvelle Vague.
Me acuerdo de ‘Sissi’ con Romy Schneider.
La verdadera grandeza de «Me acuerdo», más allá de la simple rememoración de hechos —no todos con un interés de consideración—, es documentar la importancia de la memoria, la necesidad vital de todo ser humano de recordar, y así formarse a sí mismo (como persona, como integrante de un todo, como elemento de un tejido social). Puede que algunos de los ‘me acuerdo’ de Georges Perec no sean universalmente válidos, pero sirven para mostrar cuán válida es la memoria como herramienta de formación de la personalidad, tanto individual como colectiva. Tal vez por ello al final del libro se dejan unas páginas en blanco que tienen el propósito de que el propio lector incluya sus ‘me acuerdo’ particulares.
Y ahí radica la importancia de que un texto como éste haya visto la luz en castellano después de tanto tiempo. Obras sobre la memoria hay muchas: auténticos monumentos literarios, como «A la busca del tiempo perdido«, sin ir más lejos. Sin embargo, el juego que propone Perec (que no en vano concebía la literatura como un campo abierto) es inteligente, soñador, porque pide a gritos al lector que se lance y rememore, con él o consigo mismo, y que esos recuerdos no se queden en simples atisbos de historia, sino que redunden en el conocimiento personal. Que a través de la memoria del pasado construyamos un futuro.
Eso sí que hace grande a un libro. Y «Me acuerdo» lo es.
Más de Georges Perec:
Me acuerdo de la Plaza San Sulpice y sus cotidianos pasos que hablaban siempre de recuerdos
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Georges Perec era, en efecto, un escritor notable.
Se dice que, desde hace varias décadas, la literatura francesa está en crisis. Murieron sus mejores ensayistas y novelistas del siglo XX. ¿Y la poesía? Curiosamente, la gran mayoría de los franceses cultos desconocen la existencia de un grupo de excelentes poetas.
Gracias por pasar a dejarme el dato al blog. Me interesó mucho el libro tambien. Creo que eso de las rememoranzas es algo que todos llevamos muy intimamente y que al compartirlo dejamos un rastro que se entrelaza con la vida de otros y se comienza a hacer visible ese enorme tejido del que somos parte.
Saludos,
Saludos,
otro libro que es muy bueno de Georges Perec es «La vida instrucciones de uso». Tiene una forma de ver las cosas muy interesante y su narración es muy fluida. Sin duda tengo que detectar este libro también.
Andaba yo buscando un espacio así. Tienes mi voto, si pasas por LosAlisios verás que tenemos mucho en común. Si conoces espacios parecidos al tuyo, sobre literatura clásica o contemporánea me gustaría conocerlos. Un saludo!
Estoy con el magnificio Ortiz. Pero Perec es necesario siempre.
Libro necesario. Y espero que se recuperen otros de Breton y Butor que ayudan a leer de otra manera, a imaginar de otra manera.
Libro necesario, claro que sí, ya que se aparta de lo común, aunque no sea muy conseguido. Hay
lo quiero… ya. :O)
Gracias