Miserias de la guerra – Pío Baroja

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Miserias de la guerra - Pío BarojaLibros sobre la Guerra Civil Española y los años inmediatamente anteriores y posteriores hay muchos, pero quizá uno de los autores que podía arrojar una visión más perspicaz sobre aquel periodo sea Pío Baroja. Con su estilo sencillo y directo, pero cargado de verdad, el escritor narra en forma de crónicas la visión que un extranjero tiene de la preparación del conflicto y de los primeros días de asedio a la capital, Madrid. A través de ese protagonista discreto, pero muy observador, podemos alcanzar a comprender un poco más los porqués de unos hechos que muestran el poco sentido común de todo un pueblo a la hora de gobernarse; más allá de retratos maniqueos o de glosas oportunistas, el narrador va contando sus encuentros y sus opiniones sobre personajes que apenas tienen importancia por su irrelevancia, pero que aportan muchos datos sobre el carácter del pueblo español.

El texto se organiza en nueve partes que, más o menos, se dedican a distintos aspectos de la vida del exmilitar y diplomático de nacionalidad inglesa Carlos Evans. En los albores de la guerra, durante los años previos al estallido, Evans va desgranando sus recuerdos de su estancia en Madrid: gente a la que conoció, sitios que visitaba e impresiones que recibía según los acontecimientos iban desarrollándose. Gracias a sus crónicas podemos acercarnos a algunos secundarios que sirven para ilustrar las ideas que el narrador (posiblemente autor también) tiene acerca de los españoles: su visión del mundo, su personalidad, sus vicios y virtudes, su manera de pensar y sus prejuicios. Será a través de los personajes cotidianos, aparentemente poco relevantes, como conozcamos un poco mejor la historia y el porqué de unos hechos tan terribles.

La tertulia literaria a la que asiste Evans, sin ir más lejos, sirve de espejo de toda una sociedad; en ella conocemos a distintos hombres que encarnan a su vez distintas formas de pensar y encarar los acontecimientos. El más interesante, tanto por su empaque como por su importancia en la historia, será el librero Hipólito González, un hombre autodidacta, inteligente y discreto cuyo final nos mostrará cuán terrible puede llegar a ser un conflicto entre personas. En esas charlas en la librería, así como en otras partes del libro, Baroja consigue reflejar una gran variedad de visiones sin caer en tópicos: diferentes personajes van aportando datos que nos conducen a la conclusión de que ambos bandos están compuestos, sobre todo, por gentes desinformadas, ignorantes, que persiguen un objetivo impuesto por unos dirigentes sectarios e interesados. El autor expone con crudeza los abusos de unos y otros, sus corruptelas y sus soflamas, pero en todo momento lo que asoma por debajo de esa pátina de ideología es la brutalidad: la brutalidad de un pueblo ignorante, sometido por mucho tiempo al capricho de una élite sólo preocupada de su propio beneficio, y que es incapaz de reconocer sus errores. La guerra, parece extraerse de estas crónicas, no es sino otra lucha más de un pueblo destinado a estar siempre bajo la férula del poder.

Miserias de la guerra es un libro indispensable por su visión descarnada y sincera de la sociedad española. Su único (gran) defecto es su carácter fragmentario, deshilvanado: las partes y epígrafes no se relacionan bien en algunos pasajes, con saltos de narrador o de estilo bastante descuidados: algo que empobrece la lectura continuada y que oscurece el carácter de novela de la obra. Con todo y con eso, la mirada certera de Pío Baroja siempre se merece una lectura, sin duda.

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