
La habitación oscura se inicia con un suceso en apariencia banal: un grupo de jóvenes que tienen un piso alquilado para sus encuentros y francachelas decide habilitar uno de los cuartos como un lugar sin luz para propiciar los juegos sexuales. A partir de un hecho nimio pronto empiezan a desencadenarse consecuencias inimaginables para todos ellos. Lo que en un principio era una habitación con un propósito lúdico, sin más, se torna el epicentro de confesiones, de miedos, de revelaciones o de secretos difíciles de asumir a la luz del día. Poco a poco esa oscuridad desvelará intenciones nunca antes aceptadas e ideas jamás expresadas que harán que el grupo entero se enfrente a una realidad palpable, pero inesperada.
El mayor acierto de Isaac Rosa con esta obra es la multitud de interpretaciones que nos sugiere su lectura. La metáfora de la habitación oscura puede ser muy obvia si la abordamos desde una perspectiva social, pero entre líneas (a medida que avanza la trama) podemos extraer múltiples conclusiones que no se ciñen sólo a esa lectura primigenia. Las diversas historias que acaecen a cada uno de los protagonistas nos abren nuevas posibilidades para (re)pensar el propósito de esa habitación y las consecuencias que acarrea: la asunción de la responsabilidad propia ante los demás; el miedo a revelar las debilidades; la falta de compromiso ante la injusticia… Cada uno de estos hechos van conformando un retrato brutal (por sincero) de la sociedad que habitamos, de nuestra forma de ver el mundo o de cerrar los ojos ante lo que nos debilita.
La habitación oscura indaga en esos aspectos de las personas que preferimos soslayar cuando nos juzgamos a nosotros mismos. La oscuridad del título puede hacer referencia a distintos elementos, pero todos ellos tienen en común el rechazo que nos suscitan; bien sea por temor a consecuencias, bien por falta de valor para afrontarlos. Rosa nos sitúa ante la incertidumbre que provoca el día a día en un mundo que destruye valores y socava convicciones: una incertidumbre que debilita nuestros lazos y convierte la existencia en una carrera desenfrenada sin línea de meta posible.
Hay muchos motivos para leer La habitación oscura: por su calidad narrativa; por su ambientación cuidada; por sus personajes complejos… Yo les diría que merecer la pena leerla porque nos invita a la reflexión ardua, sin tapujos; qué menos se le puede pedir a una obra literaria.
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Extraordinaria novela, sí señor.