El viudo Lovel – W.M. Thackeray

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1888

El viudo Lovel - W.M. ThackerayEn la mejor tradición de la novela decimonónica se puede inscribir esta obra de W.M. Thackeray. Conocido sobre todo por La feria de las vanidades, el autor inglés ofrece en El viudo Lovel un curioso e irónico acercamiento a la sociedad británica de mediados del siglo XIX, centrándose en las relaciones familiares y en las peculiares costumbres que se tenían en cuanto al enamoramiento, al galanteo y al matrimonio. Lejos de mostrar una imagen simplemente costumbrista de las personas de su tiempo, el autor ensaya un abordaje mucho más sarcástico, tanto por el estilo que emplea en la construcción de la obra como en la personalidad de sus protagonistas.

El viudo Lovel, a pesar de su título, se centra menos en el homónimo personaje que en su mejor amigo y narrador, un caballero que se autodenomina míster Batchelor para ocultar su verdadera identidad. A lo largo de la novelita se juega con la idea de que los hechos que se narran son reales y, por tanto, es necesario preservar la identidad de los protagonistas; un juego más para Thackeray, ya que le permite a su narrador arremeter contras ciertas convenciones sin temor. Este narrador y soltero a su pesar entabla relaciones con la familia que le hospeda en su hogar, los Prior; la joven hija de la familia entrará a servir como institutriz en casa de su amigo Lovel, viudo desde hace pocos años y dominado por su antigua suegra y su madre, que se dedican a guerrear entre sí para desesperación del caballero. Cuando el narrador acude a pasar una temporada en casa de su amigo una serie de circunstancias se pondrán en marcha para alterar el apacible curso de las relaciones que unen a todo este variopinto grupo de personajes…

Aunque tradicional en su objetivo temático, la verdad es que la obra es muy divertida en su mirada al respecto. El narrador de Thackeray es irónico, maledicente, cobarde, envidioso, cotilla… un compendio de pequeños defectos (y también virtudes) que lo convierten en un espectador magistral para dar cuenta de lo que sucede a su alrededor: puede que no sea objetivo en su juicio, pero su vitriólica visión del mundo ofrece al lector la posibilidad de acercarse a las «cloacas» de una sociedad que se basaba en la impostación. Más allá de la honradez o la bondad, lo que muchos de los personajes que aparecen en la novela valoran es la «fachada»: la apariencia de respetabilidad o de honor; por eso el estilo directo y subjetivo de míster Batchelor, ajeno a toda moral que no sea la suya propia (y guiado en buena parte por sus malos instintos), ofrece un retrato feroz, aunque hilarante, de esas personas sin escrúpulos disfrazadas de epítomes de la virtud. La suegra de Lovel, la señora Baker, es quizá el personaje que mejor ilustra este aspecto de la obra, amén de ser, además, uno de los caracteres que suscitan mayor diversión: Thackeray no escatima ataques para ilustrar el comportamiento vil de unas personas que, sin embargo, se erigían en portadoras de humildad, devoción y rectitud.

El viudo Lovel es una obra ingeniosa y mordaz; quizá menor en cuanto a aspiraciones literarias (comparada con otras grandes novelas de la época), pero de una visión ácida y penetrante de la sociedad del momento. Si a esto le unimos el descarado sentido del humor de su autor, no hay duda de que estamos ante una novela que hace las delicias de cualquier amante de la literatura.

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