Devoradores – Antonio Pomet

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Devoradores - Antonio Pomet«Devoradores» es un libro entre inquietante e inmovilista, un ejercicio de sobriedad llevado al extremo para tratar el tema de la muerte desde una perspectiva creativa. Inquietante porque Antonio Pomet aborda la cuestión con una frialdad casi quirúrgica, presentando historias y personajes que, en la mayor parte de los casos, se mueven por el escenario que es la vida con un desapasionamiento cruel; inmovilista, porque esa vacuidad emocional, esa ausencia de sentimientos, resta credibilidad a algunas de las piezas que conforman este, por otra parte, buen libro de relatos.

El ejemplo perfecto para ilustrar esto es ‘El apartamento’, texto que abre el volumen. Pomet se mueve en un estilo realista, oscuro, sobrio, evocando la historia de una mujer que acaba con su marido y lanza el cadáver al mar. El horror de esa acción queda diluido en la personalidad impermeable de la mujer, que a pesar de mostrar en algún momento signos de ansiedad, casi parece haber sido programada para llevar a cabo el asesinato sin vacilaciones. El autor se centra en las emociones tan contrapuestas que generan la muerte y el crimen: incredulidad, miedo, alivio. No obstante, esa prosa tan desnuda, vaciada hasta el extremo de cualquier connotación sentimental, no parece la más apropiada para un intento de este jaez.

Condujo por la autopista seis kilómetros hacia el norte, a ochenta y sin percatarse de que lo hacía en tercera. El coche iba forzado, emitiendo un sonido muy agudo. Giró en la primera salida que encontró y paró en cuanto vio un espacio, al lado de unos pinos. Apagó el motor y encendió un cigarrillo. Lo fumó con ansia mientras de fondo sonaba en la radio la voz de un locutor afable que hablaba de algo. Tenía las piernas mojadas. Tiró la colilla por la ventana, después abrió la puerta, la apagó con el pie izquierdo y salió.

El tono es casi de thriller policíaco, de novela al más puro estilo Raymond Chandler. Un tono que, en efecto, tiñe de oscuridad el texto y provoca una sensación estremecedora, pero que no parece encajar con el fondo del asunto que se narra.

Pomet abusa de esa contención, de un prosa despojada de casi todos los elementos que podrían hacerla vehículo de emociones. Bien es cierto que tiene algunas imágenes muy logradas («los aviones insertándose en los edificios como disquetes en un ordenador lleno de pólvora»), pero la impresión general es que semejante vacuidad estilística resta, sí, pero no suma.; un estilo alambicado y recargado puede, sin duda, resultar soporífero y mostrarse incapaz de generar literatura; no obstante, la balanza no debería tampoco decantarse hacia el lado contrario.

Por este motivo, los mejores relatos de «Devoradores» son aquellos que renuncian a esa asepsia formal para tratar de abordar la muerte (tema unitario de todos los textos, como dijimos) con cierto apasionamiento interno, como ocurre en ‘Una fecha exacta de verano’ (excelente y bella aproximación a la vejez y a la incapacidad de afrontar los desafíos vitales) o en ‘Devoradores de Saturno’ (una sutil narración sobre padres e hijos, sobre la formación de una personalidad y el desconocimiento de las personas más próximas); en ellos sí encontramos las emociones necesarias para que la desnudez literaria encierre una enorme capacidad de conmover.

No me gustaría terminar esta reseña dando la impresión de que Antonio Pomet es un mal cuentista. Todo lo contrario: tiene un sentido del ritmo excepcional, y su contención estilística no es sino muestra de su buen desempeño narrativo. En esta ocasión, sus elecciones formales no han contribuido a la entereza de los relatos, pero a buen seguro que puede dar mucho más de sí. Habrá que darle oportunidades a sus próximos títulos.

8 COMENTARIOS

  1. Chuska: gracias por avisarme, pero lo que se diga en estos sitios no me va a quitar el sueño (ni en éstos ni en ninguno). Mi libro no es ningún hito. Gracias también por tu fervor, pero relativízalo, ya que me consta que me aprecias. Deja que quien quiera diga lo que quiera de él. Si no, pasa lo que pasa, que nos confunden. Y tú eres más guapa.
    Chuski: gracias por leerme. Tu opinión la respeto, no así que afirmes que soy el autor de palabras que no son mías. Soy más discreto y crítico con lo que hago.
    Saludos a todos y mi agradecimiento al Sr. Molina por la reseña.

  2. Sr. Chusky, aquí sigues con tus nuggets después de tanto tiempo… tu intuición al abordar el libro es tan pobre como para abordar identidades. Qué respuestas… eres de los que lo entienden todo al revés y encima piensan que son distintos, únicos…
    dejémoslo aquí, muñequito.

  3. Sra. Chuska (hay alias que definen modos), se me ocurren varias cosas ante su encendida defensa de Pomet:
    a)Es usted su chacha posmoderna.
    b)Es usted el mismo Pomet disfrazado de su chacha haciéndonos creer que goza de una saludable ironía posmoderna.
    c)Los alumnos de 2ºESO carecen de humor.
    Saludos desde el vientre de Carver después de haberse zampado a Cheever y a la madre de Chéjov (con una ración de nuggets, por supuesto).

  4. chusky, lo que sí es más de lo mismo es ver que hay lectores que no saben leer y sólo alcanzan a hacer un comentario torpe, posmoderno y sin gracia ¡introduciendo los nuggets, pero qué chiste!
    Me atrevo a decir que el libro es un hito en la literatura contemporánea española, entre otras cosas, por el salto que supone sobre la vacuidad estilística de lo postmoderno. Parquedad no es vacuidad. Si eso te pasa desapercibido, deja de leer. No tiene nada de Carver este libro. Bueno, quizá Pomet haya dicho que sí tiene influencia, no lo sé, pero yo no lo veo. En cualquier caso no tiene más de Carver que de otros. Es lo malo de los que sólo han leído a Carver, que lo ven por todos lados. Píllate algo de Chejov, de Cheever, de Russo, te compras unos nuggets y te buscas una sombra. Y te pones al día. Pero no te atragantes, a ver si tu humor de segundo de ESO va a hacer de las suyas imaginando una reseña en plena lectura.

  5. Pomet no es un debutante, aunque sí un absoluto desconocido para el gran y no tan gran público. Acusa (de acuerdo con Molina) todos los tics, repetidos hasta la saciedad, de los escritores post-post-postmodernos: la vacuidad estilística, como si le estuvieran contando la historia a la chacha de Carver mientras se comen unos nuggets. O sea: más de lo mismo (que era muy poco).

  6. Este libro de relatos me ha emocionado. Sobre todo me ha llamado la atención el lenguaje tan sobrio y a la vez tan acertado ¡Cómo se puede decir tanto con tan pocas palabras! Algunos episodios me han recordado situaciones vividas y por eso quizás me haya conmovido tanto.
    He buscado el libro anterior, pero no lo encuentro.
    Creo que a estos escritores noveles deberían darle alguna publicidad para que se conocieran; este libro me ha llegado por pura casualidad.

  7. Hola Sr. Molina,
    me gusta a reseña y comparto la excelencia de «Una fecha exacta de verano», pero no estoy de acuerdo con la inadecuación forma/contenido o la oposición emotividad/contención.
    Creo que lo mejor de estos relatos -algunos excelentes- es su sequedad, su colocarse
    a un paso del «behaviorismo clásico», pero con un punto de irónía.
    Una frialdad que recuerda un poco a Handke, a «La mujer zurda» sobre todo, que aparece citado, creo recordar…
    Vamos, que como esto depende un poco de los gustos del lector, yo de este libro he disfrutado precisamente esa prosa aséptica, algo poética por la nitidez de las imágenes, pero parca y tacaña en lo afectivo. Y lo que menos me ha gustado ha sido la necesidad de terminar algunos relatos (El apartamento, por ejemplo) con un punto melodramático.
    O sea, que coincidiendo plenamente con su análisis, no estoy de acuerdo con su valoración.
    Un abrazo,
    C

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