«El Estadio de mármol» es el último libro de relatos de Juan Bonilla, uno de los mejores escritores de cuentos españoles contemporáneos. Las historias de este libro están escritas con una prosa ágil, sencilla de leer, pero atractiva y cautivadora; Bonilla es un buen escritor y se luce, sin necesidad de florituras literarias. Es por ello que los cuentos se devoran con rapidez, con fruición, disfrutando con lo que se cuenta y, sobre todo, por cómo se cuenta.
Sin embargo, el punto flaco de Bonilla es el remate que otorga a sus historias. En casi todos los relatos, el comienzo es seductor y prometedor; especialmente destacados dos de los cuentos: «La desconocida», excelente narración acerca del desdoblamiento y la metempsicosis, y «Vitíligo» una metáfora increíble sobre la sociedad y sus normas de comportamiento. Pero, como digo, los finales suelen defraudar al lector, puesto que comienzos tan abrumadores no casan con desenlaces apresurados, en algunas ocasiones, o faltos de imaginación, en otras.
Aun con todo, es un libro recomendable por la experiencia y el saber hacer de su autor, que, incluso con materiales deficitarios, construye y elabora historias con una magia desbordante y una prosa bien construida.
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El comentario anterior es más ajustado. Disiente del argumento según el cual el autor no sabe acabar los cuentos. Algo que entiendo bastante plausible. El último es una pataleta con el irrisorio argumento de que en literatura hay que aplicar el método científico. Parece que cuando se critica a un autor que nos gusta nos lo tomamos por lo personal.
Muchas veces no me gusta cómo acaba los relatos Juan Bonilla. Estoy de acuerdo con lo de que al inicio prometen y son seductores (y en general, me encanta como escribe, etc…), pero estoy contigo en lo de los finales. Sin embargo, como te dicen en el comentario anterior, me temo que no se trata de falta de imaginación ni de apresuramiento, sino de una elección deliberada. Bonilla prefiere acabar sus relatos así, dejarlos más o menos abiertos o inacabados por seguir tradiciones como la de Carver y otros autores que no cierran las historias. Es una decisión muy consciente y muy trabajada. Es posible que no te gusten, a mí tampoco me terminan de convencer algunos de ellos, pero se trata de algo premeditado.
La lectura es un mundo fascinante, lleno de niveles y percepciones como demuestra esta reseña. Que los finales de Bonilla son apresurados… de verdad? A mí me parecen de lo más cuidados, con una técnica envidiable y una emoción inesperada que muchas veces deja de piedra, pero no por algo «falto de imaginación».
Además, déjame que te diga que eso de que «suelen defraudar al lector» me parece un ejercicio de crítica tramposo y poco serio. Cómo lo sabes? Has hecho una encuesta entre los lectores que han comprado el libro?
No sé, la verdad, me da pena porque Juan Bonilla es un escritor que se merece mucho más. Yo he ido a un par de presentaciones de sus libros y he disfrutado con la mayoría de ellos (otros aún no los he encontrado), y me parece injusto este comportamiento. Porque escribe en El Mundo no sale en El País, porque no sale tanto como los otros, le aplican juicios que no sé si serán verdad o no. Lo que sí sé es que nunca veo justificaciones.
La tuya es un gusto personal, y todos tenemos derecho a expresarlo, pero esas generalizaciones y ese tono por encima de todo me parece muy poco científico.
Así nos va.