«El fuego secreto de los filósofos» es un libro muy interesante. Esto, así de entrada, puede no resultar muy atractivo, o novedoso, pero uno, que lee bastante, agradece que caiga en sus manos un libro como éste: bien escrito, con información interesante y con unas tesis inteligentes.
Es difícil hacer un resumen de esta obra de Patrick Harpur, más que nada porque abarca muchas etapas de la historia y despliega a lo largo de sus cuatrocientas y pico páginas una serie de conocimientos y estudios que bastan para apabullar a cualquiera. Pero, ya que esta página trata de comentar libros, habrá que intentarlo, ¿verdad? Bien: «El fuego secreto de los filósofos» parte de una idea inicial bastante sencilla, que se desarrolla capítulo tras capítulo hasta adquirir rango de teoría. Esta idea es la de que en un principio el ser humano ‘fabricó’ una serie de mitologías y creencias con objeto de aprehender y comprender el mundo que le rodeaba; el paso del tiempo (con la consecuente mecanización y lo que Harpur llama ‘literalización’) habría destruido esas invenciones y habría provocado una ‘desnaturalización’ en el hombre, que se habría alejado de su hábitat inmanente, la Naturaleza (así, con mayúscula), perdiendo de este modo una cierta comunión espiritual con el entorno y cayendo en un estado de alienación progresiva, que desemboca en el modo de vida contemporáneo, descreído, enfermizo y destructor.
Para exponer estas ideas, Harpur recurre a una línea que une diferentes creencias, ritos, prácticas, mitos y movimientos culturales; esa línea sería la de la alquimia, entendida como corriente que trata de aunar alma y espíritu, más que como ciencia física. El autor comienza explicando diferentes mitologías antiguas, desde los griegos hasta los indios americanos, para ilustrar su tesis: así, uno puede darse cuenta de que diferentes visiones del mundo han dado como resultado mitos prácticamente idénticos. Apoyándose en Jung y su teoría del inconsciente colectivo, Harpur arguye que esas creencias comunes son inherentes al ser humano, ya que todas las culturas tendían a buscar una conexión íntima con su entorno. En el siglo XVII, con la llegada de la Ilustración y la denominada ‘Era de la Razón’, las viejas mitologías fueron desterradas con el pretexto de ser irracionales, cuando no demoníacas. A partir de entonces se habría instaurado un período, aún vigente, de ‘literalidad’; así denomina Harpur a la concepción del mundo como meramente mecánico, dotado de sentido lógico y regido por leyes incontrovertibles.
Obviamente, como ya se habrán dado cuenta los que hayan aguantado semejante perorata hasta este punto, para el autor la solución a esta era moderna de alienación y destrucción es un retorno a ese estado primigenio de ‘credulidad’, que él no considera inocente, sino natural, dado nuestro entorno físico. De lo que se trataría sería de aceptar la imaginación (y sus creaciones mitológicas) como un componente más del ser humano, una actividad inmanente que nos acercaría más al entendimiento con nuestro entorno.
Uno no es activista ecológico, pero entiendo que un mayor apego hacia el medio en el que vivimos (tal y como tuvieron todas las civilizaciones antiguas y siguen teniendo, todavía hoy, muchas culturas indígenas) sería una manera de vivir mucho mejor que la que tenemos.
Aparte de las ideas que se puedan extraer, «El fuego secreto de los filósofos» es una lectura divulgativa muy interesante, por la cantidad de información que aporta y la claridad con que Harpur la expone. Es una delicia para cualquier amante de la Historia o la Mitología, y no creo que su lectura defraude a nadie.
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[…] decir los mediadores entre lo humano y lo imposible, lo incognoscible o lo desconocido. En el libro “El fuego secreto de los filosofos” de Patrick Harpur hay un amplio recorrido por todos estos daimones ancestrales y a través de todas […]
[…] decir los mediadores entre lo humano y lo imposible, lo incognoscible o lo desconocido. En el libro “El fuego secreto de los filosofos” de Patrick Harpur hay un amplio recorrido por todos estos daimones ancestrales y a través de todas […]
Estoy en mitad del libro y es buenísimo. Creo que puede dar a entender a las personas sin educación religiosa lo que significa la religión.
En cuanto a la última parte del post, dónde afirmas que hay que volver al contacto con nuestro entorno, lo cierto es que la mayoría vivimos en ciudades, no en la Naturaleza.
En pleno siglo XXI seguimos con la aparente confrontación entre «mito» y «logos». Conviene repasar la historia de la filosofía o volver a leer: «El mundo de Sofia», Jostein Gaarner. Lectura infinitamente más didactica y recomendable.
¿Podrías desarrollar lo que dices? ¿A qué te refieres con la aparente contradicción entre mito y logos?
Además de ser una lectura retórica y poco clara, está lleno de referencias cruzadas de autores/as de un mismo ámbito «imaginario» cercano a la superstición.
Acaba de caer en mis manos con la ilusión de que me ocurriese como a tí, Laura y me ayudase a conciliar «razón» y «mito». Y me ha servido para comprobar que NO todo lo que conlleva un gran esfuerzo, sea erudito o largo, por fuerza tiene que ser bueno. La reducción al campo de «ideología» de todas las teorías científicas por el simple hecho de que traten de explicar la complejidad del mundo, es pura reducción al absurdo. Quizás este razonamiento sea válido como punto de partida pero nunca como conclusión final, si queremos entender la dinámica de la naturaleza. La mísma crítica categórica que realiza a la ciencia, se puede aplicar al razonamiento del autor cuando remata taxativo: «La imaginación es la realidad». ¿No es esto caer en el mismo error de reducir la complejidad de la realidad extremadamente? La explicación de uno de los mejores ejemplos de la selección natural (Biston betularia en Mánchester) es absolutamente parcial, subjetiva y hasta diría que malintencionadamente falsa. Decir que, a través de la teoría de la selección natural, Darwin imaginó la competición sanguinaria como la característica distintiva de la naturaleza carece de sentido. Su teoría, como sabemos hoy, en absoluto excluye la cooperación, el amor y el altruísmo en la naturaleza. Es curioso, como a partir de una frase que ni siquiera pronunció ni escribió C. Darwin en «el Origen de las Especies» deduzca que odió y aborreció la naturaleza y, por tanto, tuvo una existencia atormentada prisionero de sus propias conclusiones. De hecho, se puede perfectamente compaginar el amor y la defensa de la naturaleza con el trabajo científico. No considero que por entregarse plenamente a su trabajo, Darwin no disfrutara de la naturaleza, ni dejara de sorprenderse por lo singularmente compleja que es. Y sin embargo, aunque sencillas, las teorías de Darwin lejos de «un síntoma de su visión enferma» como cita el autor, han sido un pilar fundamental en la historia, a pesar del ataque feroz que siguen sufriendo desde su publicación hasta hoy, que, por otra parte, no ensombrecen lo más mínimo el impacto que ha tenido en la ciencia y filosofia modernas.
Yo sin embargo opino, que si bien es cierto, es un libro interesante, en escencia no tiene mucha relación directa con el Título de este libro, que de por sí ya evoca algo mas complejo y escencial todavía.
Yo acabo de terminarlo hoy y me ha ayudado a encontrar el equilibrio que necesitaba entre mi psique y mi cuerpo físico. Estaba pasando por una crisis de identidad personal en que mi parte imaginativa e intuitiva rechazaba la materia y la razón, pero gracias al libro he comprendido que sólo se puede vivir en paz cuando consigues unir esos dos extremos que tanto luchan dentro de nosotros.
[…] griegas, la poesía romántica, la alquimia, la psicología junguiana, la ciencia moderna…[Leer la reseña de Solodelibros.][Más información en «El […]
Es,(opino) un libro erudito, largo y que le ha debido suponer mucho trabajo a su autor. Por tanto hay que decir que es muy bueno. Pero también son buenos los tratados de anatomia o de física avanzada y no son muy recomendables para una lectura sosegada y relajante. Creo pues, que es un buen libro, pero no es fácil. Para lectores expertos o muy interesados.
Acabo de aterrizar en esta página porque quería leer alguna reseña sobre este libro, me ha encantado porque une conocimiento y estilo ameno y aunque sus tesis puedan parecer a primera vista muy new age (cosa que no me atrae), están tan bien documentadas que dan que pensar, que es lo que se pide a un ensayo
Suena muy interesante el libro. Se me ocurre, leyendo tu crítica, que a lo mejor hoy en día el hombre continúa «fabricando» leyendas, mitos, creencias… no tan fantásticas, o quizá sí.
«Uno no es activista ecológico, pero entiendo que un mayor apego hacia el medio en el que vivimos (tal y como tuvieron todas las civilizaciones antiguas y siguen teniendo, todavía hoy, muchas culturas indígenas) sería una manera de vivir mucho mejor que la que tenemos.»
No sé si «vivir mejor», pero definitivamente sí que es la única manera de dar esperanzas de continuidad, a largo plazo, a la raza humana. Si no, estoy convencida de que seremos los dinosaurios de la próxima era…