Ya ha pasado un tiempo desde que El quinto en discordia ganase el prestigioso Premio Llibreter (en el año 2006, concretamente). Cito este dato no tanto porque crea en el prestigio o validez de ese galardón (y, dado que lo conceden los libreros, sí que me resulta algo fiable), sino porque fue el hecho de que el libro resultase vencedor lo que me lo dio a conocer. La maravillosa experiencia de lectura que fue Los inquilinos de Moonbloom me hizo dar un voto a favor de la editorial y confiar en que, en efecto, el libro fuese tan bueno como se decía.
He de confesar que la lectura de El quinto en discordia (en realidad de la trilogía al completo, pero eso se irá viendo mejor una vez hable de las tres novelas) gana en intensidad y profundidad a medida que se avanza en sus páginas. Al estilo de las grandes obras decimonónicas, Robertson Davies teje una historia rica en detalles, sutil, aparentemente sencilla y lineal, pero con un trasfondo inteligente, repleto de referencias que un lector debe esforzarse por captar.
Quizá por ese motivo leer esta novela es una aventura y un reto: las primeras páginas pueden inducir a pensar que estamos ante una obra clásica en el peor de los sentidos, en tanto el narrador y protagonista, Dunstan Ramsay, se retrotrae a su pasado para elaborar una crónica de su vida con el objetivo —aparentemente irrelevante— de dejar constancia de ella ante la institución en la que ha impartido clases de Historia durante casi cincuenta años. No obstante, la trama no es sino una excusa para dibujar un pueblo, Deptford, y unos personajes que marcarán la vida del narrador, así como él también influye notablemente en las vidas de otros. El relato de Ramsay nos pone en situación de conocer, prácticamente desde sus orígenes, a Percy Boyd (Boy) Staunton, el hijo de un acaudalado hombre de negocios local que heredará y aumentará su fortuna hasta convertirse en uno de los hombres más ricos de Canadá; y a Paul Dempster, hijo de la desafortunada mujer de un reverendo local que se puso de parto antes de tiempo por una fortuita pedrada dirigida a Dunstan por parte de Percy, y que enloquecerá con el tiempo debido al golpe. Amén de estos actores, por El quinto en discordia pasan otros muchos personajes que conforman la historia peculiar de esos hijos de Deptford que, por uno u otro motivo, han de acabar afrontando sus propios miedos y deseos ante la inesperada muerte de Boy Staunton.
La cantidad de detalles en que incurre la narración de Ramsay es asombrosa, motivo por el cual la lectura demanda una atención poco usual hoy en día; la delicada escritura de Davies, que arrastra al lector con cortesía sin par, crea una trama que no es más que una sinfonía cuyos elementos constitutivos van apareciendo en el texto de forma espaciada y sutil. La información se sugiere, se susurra, pero no se muestra a las claras ni se grita a voces; tal vez por eso las primeras páginas engañan, pero enseguida se puede notar que la historia que el escritor está tejiendo es harto más complicada de lo que parece.
Ramsay cuenta su vida desde su más tierna infancia, en la que su amistad con Boy Staunton se fraguó gracias a una rivalidad constante; a lo largo de los años esa relación, estrecha y tensa, acarreará para el profesor una serie de situaciones indeseables. Su búsqueda de paz interior (aunque él nunca la reconozca como tal, y la proyecte como estudio o aprendizaje) le llevará por Europa y Centramérica, lugares en los que encontrará a personajes curiosos, como Liesl (que tomará un papel más relevante en El mundo de los prodigios, tercer volumen de la trilogía), o se reencontrará con amigos ya perdidos, como Paul Dempster, que desaparece de Deptford con apenas diez años (y que se convertirá en protagonista de la última parte de la trilogía).
En realidad, El quinto en discordia nos revela a un protagonista frío y poco sentimental que debe enfrentarse con sus demonios interiores para ‘humanizarse’; lo cierto es que todos los personajes fundamentales de la novela (y que se convertirán en piezas fundamentales en los siguientes libros de la trilogía) tienen en común esa falta de pasión, esa lucha consigo mismos para crearse una máscara que les proteja del mundo exterior y proyecte hacia fuera la imagen de sí mismos que ellos prefieren ofrecer. Las creencias (que a veces pueden ser religiosas, pero también pueden ser místicas, o conceptuales) que atesoran, y que marcan sus vidas, les pesan tanto como un pecado en la conciencia; por ese motivo un personaje fundamental en la historia, Liesl, incita a Dunstan Ramsay a que se enfrente a su demonio interior y asuma la parte de sí que no es ‘buena’, sin tratar de condenarse por ello. La «implacabilidad de la doctrina» que rige el carácter del viejo profesor carece de la «poesía del mito» que concilia los miedos y deseos subconscientes con la realidad cotidiana.
En las dos novelas siguientes, Davies profundizará aún más en esa lucha interior del ser humano, en su persecución incansable de la perfección y la insatisfacción constante que encuentra a su paso. Pronto hablaremos de ellas.
Más de Robertson Davies:
- A merced de la tempestad
- Ángeles rebeldes
- Asesinato y ánimas en pena
- Levadura de malicia
- La lira de Orfeo
- Lo que arraiga en el hueso
- Mantícora
- Una mezcla de flaquezas
- El mundo de los prodigios
- Un hombre astuto
[…] desde el punto de vista privilegiado de uno de sus miembros. El Boy Staunton que aparecía en “El quinto en discordia” como un hombre hecho a sí mismo, aunque carente de escrúpulos, se revela aquí como un […]
[…] (de solo de libros) […]
[…] https://www.solodelibros.es/30/05/2007/el-quinto-en-discordia-%E2%80%93-robertson-davies/ […]
Pues a mí El 5º en discorida fue la que menos me interesó de las tres. Las situaciones y personajes me parecían irreales y forzados (lo de la santa loca, puah). No em disgustó tanto como para no leerme los otros dos, que me parecen bastante superiores.
Hay calidad en la escritura del autor, una fluidez que atrapa a ráfagas pero que a mí particularmente me ha resultado insuficiente para engancharme a la novela. Hacia el final he reparado en que en realidad no me sentía nada identificada con un protagonista tan anticuado, por más que me explicara su caso a través de tan bonitas y educadas maneras.
Si rasco en esa retórica de traje de chaqueta y alcanfor no encuentro ningún personaje al que asomarme con profundidad, los observo desde lejos y finalmente sin curiosidad, por más que sean todos tan novelescos. Estaba deseando acabarla.
Expectativas decepcionadas.
Totalmente de acuerdo. Y fue exactamente lo mismo que me ocurrió con El tango de la guardia vieja de Reverte. Lo que les pasa a los personajes lo sigo con el mismo interés que una vaca viendo pasar el tren…
Eva no está de acuerdo con Peter Kien.
Magnífica reseña para una novela magnífica. Un saludo.
A mí me parece demasiado «conservadora» esta trilogía; y es un problema en general de esta editorial, cuyos libros parecen bonitos y poco más. Salvo alguno de sus primeros títulos, los demás me han ido decepcionando por lo reaccionarios (literariamente hablando).
Empieza tan canónica y termina tan profunda. No me malinterprete a mi el inicio me despistó pero pronto descubrimos que todo es una táctica dickensiana: Davies tiene muchos elementos que usan obviamente ahora Irving y Murakami y no lo recordamos. A mi me parecio una gozada.
Toda la trilogía es muy buena. Aunque este «quinto en discordia» quizás sea la mejor. Personajes fáciles de entender a pesar de su complejidad; una pizca de misterio y una narrativa llena de épica que os harán leer los 3 libros (mantícora y el mundo de los prodigios), con mucho gusto.
Comentario aparte para la editorial Asteroide: muy buena.Tanto la selección de las obras como el formato de los libros. Enhorabuena