Los misterios de Udolfo está considerado como una de las cumbres de la literatura gótica y su autora, Ann Radcliffe, como una de las mejores representantes del género. Y no es en vano, ya que esta novela contiene todos los elementos característicos de la narrativa de terror gótica: apariciones, lugares abandonados, personajes atormentados por un oscuro pasado, villanos sin parangón y monumentales escenarios naturales en los que se desarrolla parte de la acción. Una serie de elementos que confluyen en una historia enrevesada y con giros constantes, sumergiendo al lector en un vaivén narrativo hasta el ¿inesperado? final.
La trama se centra en Emily, una joven heroína que tras perder a sus padres en poco tiempo se ve envuelta en una turbia intriga llevada a cabo por un italiano misterioso, Montoni, que se casa con su tía solterona con el evidente propósito de acceder a su fortuna. La muchacha, impelida por su honor y por la promesa que hizo a su padre antes de morir de ser fiel a su familia, viaja con su tía y el nuevo esposo de ésta hasta Italia, donde se alojarán en el fastuoso castillo de Udolfo, propiedad de Montoni, y en el que se suceden hechos extraordinarios y misteriosos. Y no sólo eso, sino que el pasado de su padre, hasta entonces desconocido para ella, se irá revelando como una fuente de sorpresas que hará que Emily tenga que enfrentarse no sólo al propio Montoni, sino a su ignorancia de los acontecimientos pasados y presentes.
Aunque el resumen pueda parecer atractivo, lo cierto es que la novela no lo es. Frente a otras narraciones de este género, como pudimos ver recientemente en Los elixires del diablo, Radcliffe no consigue mantener una atmósfera de tensión más o menos constante y se debate todo el tiempo entre el suspense ramplón y el sentimentalismo más empalagoso. Lo que en principio comienza como una historia de misterio no llega a cuajar en ningún momento, sino que deriva en una sucesión de escenas con poca conexión entre sí y cargadas de un insufrible romanticismo que provoca la hilaridad (o el bostezo) antes que la inquietud. Emily es una protagonista interesante en tanto no se deja llevar por el miedo y trata de mantener la frialdad ante sucesos aparentemente fantásticos; sin embargo, el sentimentalismo del que hace gala y su carácter servicial y humilde hacen que su fortaleza, que debería pasar por virtud, quede en caricatura.
Además, Radcliffe plantea una serie de acontecimientos que, si bien resueltos al final de la obra, se revelan como meros elementos de tensión accesorios y artificiales. La historia de Montoni, su esposa desaparecida y el castillo de Udolfo es, sencillamente, un desvarío increíble; los hechos son tan forzados que su engarce en el clímax resulta ridículo, por lo que el tono de suspense se desvanece y la atmósfera general (que pretende ser de terror psicológico) queda destruida. Queda claro que los actos que van acaeciendo están forzados para poner a Emily en determinadas coyunturas que le permitan mostrar su arrojo, si bien esa intención queda deformada por la tendencia al romanticismo y al maniqueísmo de muchos de los personajes secundarios. Sin duda, lo mejor del libro lo encontramos en el exquisito gusto de la autora por las descripciones, especialmente las de los espacios naturales, que son vívidas y transmiten emoción al lector, frente a la encorsetada actitud de los protagonistas.
En pocas palabras: no lean Los misterios de Udolfo. Es una novela repleta de fallos, de incoherencias y con un tono romántico desesperante por su sentimentalismo. Lejos del buen hacer de otras obras del género, que sí consiguen transmitir sensaciones onerosas, esta obra se puede considerar fallida de principio a fin. Más bien sólo es apta para amantes de los dramas lacrimógenos…
No estoy de acuerdo, lo leí por casualidad y por curiosidad y me gustó, siempre partiendo desde el punto de vista del siglo XVIII que fué cuando se escribió, yo si que lo recomiendo
Como sea es una novela interesante
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