Tirando una vez más de biblioteca, llega uno a este libro del que jamás ha oído hablar y del que, con alguna salvedad, podría haber prescindido perfectamente. Me llamó la atención el prólogo, escrito por Seamus Heaney, que elogiaba vivamente el sentido del humor y el virtuosismo de Darcy O’Brien para la comedia social. Una vez terminado, poco hay de ambas cosas.
El libro trata sobre la infancia y adolescencia de un protagonista cuyos padres son actores de la edad dorada de Hollywood en franca decadencia. Su madre, una psicótica, abandona a su marido por un escultor ruso con el que se marcha a Roma; el padre, antigua estrella de películas del oeste, católico muy practicante, se encarga de la educación del muchacho, aunque su comportamiento, sumido como está en la progresiva asunción de su declive, es extremadamente curioso. El chico (un trasunto del propio O’Brien, hijo de actores también), a lo largo de la novela, narra las extravagantes experiencias que vive con los conocidos de sus progenitores, su aceptación del fracaso en el que caen ambos, su iniciación al amor y al sexo, y algunas otras anécdotas de menor importancia.
El libro no deja de ser un compendio de experiencias y vicisitudes narradas con cierta gracia. Los estrambóticos personajes que pasan por la vida del protagonista son curiosos, sí, pero la mayor parte de las escenas que protagonizan son inanes; el jugo literario que O’Brien extrae de sus creaciones es de escaso sabor, y lo que podría ser una sátira despiadada y amarga del mundo farandulesco de Hollywood se queda en un cúmulo de situaciones cómicas (y no todas).
Aunque algunos personajes (como el amigo caído en desgracia del padre, que vende coches usados y, ahíto de patriotismo, planea hacer una película sobre el general MacArthur) hubieran dado para escenas grotescas e hilarantes, la resolución del escritor suele quedarse en un plano banal. La lectura, que se pretende profunda, no ahonda en la psicología destrozada de unos personajes que son fruto de una época de esplendor, pero cuyas vidas parecen irremediablemente condenadas al fracaso por un modo de vida que se apaga.
En ese sentido, se echa en falta una penetración psicológica mayor, aun cuando haya momentos conseguidos en el libro. Sin embargo, se le ocurren a uno lecturas bastante mejores que ésta.
Un comentario excelente. También la página lo es.