Bajo la mirada de Occidente – Joseph Conrad

Bajo la mirada de Occidente no es una de las obras más reconocidas de Joseph Conrad, aunque no hay duda de que los elementos psicológicos que se dan en ella la convierten en un magnífico ejemplo de la preocupación de su autor por mostrar las complejas tinieblas del ser humano. Una trama de intrigas, traiciones y espionaje sirve como telón de fondo para mostrar la terrible odisea de un personaje que lleva a cuestas la pesada carga de la culpa y el pecado.

Razumov, un joven estudiante moscovita, se ve implicado (a causa de la inoportuna visita de un compañero de facultad) en el asesinato de un importante estadista del gobierno; en un principio trata de defender al verdadero culpable, pero pronto se arrepiente al verse acorralado por las sospechas y confiesa todo a las autoridades competentes. Dada su condición de inocente ante los ojos de la opinión pública, se le exige que actúe como agente doble y se infiltre en las filas de los revolucionarios rusos en el exilio, de manera que viaja a Ginebra para reunirse allí con un grupo de exiliados que preparan algunos golpes contra el gobierno. Sin embargo, también allí encontrará a la hermana del hombre al que delató para poder salvarse.

Conrad es un maestro a la hora de abordar las iniquidades del ser humano. En esta caso, la culpa de Razumov es el verdadero meollo de la novela, más allá incluso del doble juego al que se ve sometido y que le pondrá en peligrosas situaciones a lo largo del libro. En un alarde estilístico (muy propio del autor, por otra parte, y que ya utilizó en otras obras), la historia se complica al ser narrada por un profesor de literatura inglesa a cuyas manos llega el diario del protagonista por un cúmulo de circunstancias; de esta forma tenemos una visión objetiva de las desventuras de Razumov (si bien la mirada es totalmente subjetiva, puesto que el profesor no duda en aportar su visión de las cosas durante la narración), además de los hechos que éste narra de primera mano en sus cuadernos. De ahí el título de la novela, que nos proporciona una mirada «occidental» acerca de unos comportamientos e ideas que son exclusivos de una comunidad algo ajena al europeísmo convencional.

Así pues, nos encontramos con la historia de un pecado que debe ser purgado, aunque el protagonista ignore el camino que debe tomar para ello. Razumov trata de guiarse por una concepción ideal que, llevada a la práctica, se descubre imposible de aplicar: el Estado se revela como un ente represor y desalmado, pero los revolucionarios a los que se une parecen un hatajo de intelectuales incapaces de llevar a cabo ninguna acción de utilidad para un pueblo oprimido. La mirada del profesor descubre así que sólo se puede ser ruso «para comprender la sencillez rusa, una sencillez terriblemente corrosiva» y cínica. La culpa de Razumov se muestra como una carga propia de su pueblo: una carga inherente a unas gentes oprimidas por el peso de un pecado que no entienden, pero que les hace orgullosos y fuertes.

Bajo la mirada de Occidente es una novela muy interesante por los aspectos psicológicos en los que ahonda, si bien su estructura adolece de falta de solidez; el estilo es descriptivo en exceso, y los excursos del profesor que narra la historia son, en verdad, superfluos en la mayor parte de las ocasiones. Muchos de los personajes secundarios son interesantes, pero apenas están desarrollados y se pierden en los meandros de una historia que se extiende durante más tiempo del que hubiera sido deseable. El interés de Conrad por la psicología de su protagonista acaba por silenciar otros detalles que hubieran dotado de ritmo al texto, haciéndolo así más ágil. Con todo, es una lectura interesante y que no defraudará en absoluto a los amantes del escritor polaco y de las buenas novelas.

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