Cuatro encuentros – Henry James

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Cuatro encuentros - Henry JamesCaroline Spencer es uno de esos personajes entrañables, ingenuos, un poco tontos de tan buenos, sin los cuales muchas novelas, especialmente del siglo XIX, no serían posibles. Pues ¿cómo desarrollar según qué argumentos sin la inmensa bondad, algo difícil de encontrar fuera de la literatura, de esos personajes que sufren calladamente, que están dispuestos a cualquier acto de abnegación y que soportan sin una queja todo tipo de villanías?

A esa especie pertenece la protagonista de Cuatro encuentros, una brevísima novela de Henry James en la que se narran las cuatro ocasiones en que el narrador se encuentra con la señorita Spencer, una anodina maestra de Nueva Inglaterra cuyo principal anhelo es poder visitar Europa y empaparse del arte, la historia y el ambiente del viejo continente.

La cándida señorita Spencer ha vivido para preparar ese viaje: estudiando por adelantado cada monumento, cada paisaje, cada historia; trazando meticulosamente la ruta a seguir y, por supuesto, ahorrando cada céntimo para poder permitirse el lujo de realizar el costoso sueño de viajar por Europa.

Nuestra heroína pone al tanto de sus intenciones al narrador en su primer encuentro, cuando se conocen en la velada ofrecida por un amigo común. El narrador, que acaba de regresar de Europa en donde pasa largas temporadas, queda encantado de la modestia y la bondad que irradia la señorita Spencer, con las que se mezcla sin embargo el tesón que exuda una voluntad inquebrantable que se concentra en un único objetivo: lograr visitar Europa.

Los dos siguientes encuentros se producen ya en la vieja Francia, donde nuestro hombre se encuentra inopinadamente con la señorita Spencer recién desembarcada en l’Havre y completamente encantada con todo cuanto ven sus ojos, aunque ajena por completo a una nube negra que se cierne sobre ella y que nuestro narrador percibe a primera vista. La encantadora señorita Spencer se encuentra acompañada por un pariente que ha ido a recogerla para acompañarla a París y cuyas trazas de aventurero no se ocultan a la mirada experta del que narra, si bien el joven pretende pasar por un bohemio estudiante de arte. El narrador buscará a la mañana siguiente a la buena señorita para certificar que la catástrofe ha ocurrido y que el pariente ha logrado mediante una rocambolesca historia que la señorita Spencer le entregue el dinero que tan afanosamente logró reunir para su soñado viaje, reservándose tan sólo lo necesario para pagar el pasaje de vuelta.

El último encuentro tiene lugar otra vez en Nueva Inglaterra, donde nuestro hombre visita a la señorita Spencer para encontrar que vive en compañía de la esposa del estudiante de arte, la cual se hace pasar por aristócrata aunque en ella se reconoce sin dificultad a la mujer de vivir desordenado, que ha tomado a la buena señorita Spencer como doncella particular, papel al que ésta se presta sin una queja.

La abnegación muda de nuestra heroína que renuncia en tan sólo unas horas al que ha sido el objetivo de toda una vida, dándose por satisfecha con haber podido pisar el viejo continente apenas un día, para conformarse después con servir café a una perfecta desconocida que apareció un día en su casa para quedarse, logran conmocionar al lector, que, como la voz que narra, asiste impotente a la muerte de un sueño y al hundimiento del pilar que soportaba una vida que hasta entonces volaba recta hacia la consecución de un sueño.

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3 COMENTARIOS

  1. Estupenda página. James es uno de mis escritores de cabecera, al queno me canso de leer, especialmente sus cuentos. Voy a seguirte a partir de ahora. Faltan buenas páginas de libros en la red.

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