Marianela – Benito Pérez Galdós

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Marianela - Benito Pérez GaldósMarianela es una novela quizá menor dentro de la —enorme— producción de Benito Pérez Galdós, si bien se encuentran en ella algunas de las características que hacen de su autor el verdadero genio que fue. En este libro se cuenta la historia de Nela, una huérfana de baja extracción que sirve de lazarillo a Pablo Penáguilas, un joven acomodado que habita en un pequeño pueblo minero del norte de España. La relación entre ellos es más que estrecha, pero la llegada del doctor Golfín, especialista en oftalmología que es requerido por el padre del muchacho para operarle la vista, pondrá fin al estrecho lazo que une a ambos jóvenes. Al hilo de este argumento se podría afirmar que Marianela es una novela casi sentimental; y lo cierto es que, en cierto modo, así es: Galdós narra una historia de amor desgraciado con notables escenas de pasión truncada y de emociones a flor de piel.

Aunque no hay que perder de vista el hecho de que la relación entre la desdichada Nela y el señorito Pablo está cargada de ternura, sí, pero también de una profunda visión del alma humana y del entorno social. No es baladí el hecho de que el escritor ambiente su obra en un territorio rural, dominado por la presencia de las minas y de los ricos terratenientes agricultores: el naturalismo narrativo se hace presente con las descripciones de las duras condiciones de vida de esa zona y, sobre todo, de las innumerables desigualdades sociales que se dan. Las minas son mostradas como una fuente de podredumbre, un trabajo casi bestial que convierte a los pobladores en remedos de animales, bestias de carga que se enfrentan a la todopoderosa Naturaleza. La contraposición entre la carencia de oportunidades de desarrollo del campo (encarnadas en el joven Celipín Centeno, deseoso de marcharse a Madrid para labrarse un futuro mejor) y las posibilidades que ofrece la ciudad es otra constante en el libro; la educación como tabla de salvación para la vida (Pablo intenta formar a Nela; el doctor Golfín pasa de la pobreza al éxito gracias a su esfuerzo como estudiante de medicina…) es un motivo recurrente y Galdós le otorga una importancia fundamental.

Pero no se limita a mostrar al lector las duras condiciones de vida de sus personajes, ya que va más allá de las estrecheces que impone el naturalismo como forma narrativa. Nela es fruto de ciertas circunstancias, es cierto (y así se explicita en el libro al comentar sus humildes orígenes y los trágicos destinos de sus padres), pero su albedrío está más allá de toda duda y no es la Naturaleza la que guía sus pasos, sino su propio carácter. El peso de la jerarquía social es tremendo, desde luego, y el final de la muchacha tiene mucho que ver con ello: la fealdad que se le atribuye durante toda la novela, más allá de lo físico (y que podría ser consecuencia de sus desgraciadas condiciones de existencia), es sobre todo una fealdad «social»; Nela no es hermosa porque no posee nada, porque no es rica y no tiene nada material que ofrecer. Florentina, la prima de Pablo y a la cual su padre elige como esposa ideal para el joven, no sólo es bella como mujer, sino que representa la plenitud de la riqueza, el potencial de la comodidad para suscitar fascinación. Marianela la identifica al principio con la Virgen por su apariencia y después por sus palabras, aunque Galdós se encarga sutilmente de mostrar la vanidad insulsa de su comportamiento. De hecho, todos los que de un modo u otro tratan de favorecer a la huérfana son dibujados como caricaturas: personas que se preocupan más por la repercusión social de sus actos que por el bienestar de la muchacha. Sólo Teodoro Golfín, el médico que devuelve la vista a Pablo, se apenará en conciencia por la pequeña y la tratará como a un ser humano.

Marianela es una novelita deliciosa y delicada, con muchos de los elementos del mejor Galdós y también, por qué no decirlo, con alguna carencia, como el pobre desarrollo de algunos de los personajes, quizá debido al intento del autor por tocar demasiados palos. Con todo, es un libro excelente y, como todos los del genio canario, un verdadero placer para el paladar literario.

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