La locura del solucionismo tecnológico – Evgeny Morozov

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La locura del solucionismo tecnológico - Evgeny Morozov

Al final de este interesante ensayo, Evgeny Morozov dice que espera que en el futuro exista la «pequeña posibilidad de sostener un debate relevante sobre lo apropiado o no de las soluciones tecnológicas para determinado problema». Su premisa es, pues, bien clara: el «solucionismo» y lo que llama «internet-centrismo» son corrientes de opinión (y acción) que pretenden simplificar nuestra compleja realidad social aplicando soluciones extemporáneas —cuando no peligrosas— a problemas menores o inexistentes. Lejos de adoptar una postura tecnófoba, el autor reivindica el papel de los avances tecnológicos y su aplicación en nuestra vida cotidiana; sin embargo, se esfuerza en relativizar el papel destacado que tratan de otorgarles los geeks y gurús digitales.

Morozov comienza su argumentación hablando sobre la obsesión de los tecnólogos por eliminar lo que ellos consideran «imperfecciones» de nuestros hábitos o comportamientos diarios; pese a su afán «solucionista» (el subtítulo original del libro, To save everything, click here, refleja muy bien esto), la imperfección y la ambigüedad son elementos tan inherentes al desarrollo humano que en muchas ocasiones la respuesta tecnológica no hace sino pervertir los comportamientos y empobrecer la interacción. Por este motivo el autor toma prestado el término «solucionismo» del campo de la arquitectura para referirse a las soluciones atractivas y simples que se tratan de aplicar a problemas complejos y polémicos.

A lo largo del libro se toman como ejemplo multitud de proyectos, aplicaciones y empresas; quizá el crowdsourcing sea una de las actividades más controvertidas, en tanto deposita en el usuario/cliente/consumidor la responsabilidad (no solo económica, sino incluso moral) de «arreglar» aquello que no está bien. Morozov, con mucha ironía, lo tilda de «explotación digitalmente distribuida», mostrando así el cambio de foco que se produce cuando se observan los procesos digitales de colaboración masiva desde una óptica sociológica.

De igual modo se advierte de los peligros que implica la gamificacion y la ludificación aplicadas a los ámbitos sociopolíticos. Una y otra vez, merced a ejemplos extraídos de diversos campos, se advierten los riesgos que corremos como sociedad cuando introducimos comportamientos propios del juego (o, por extensión, del consumismo) en los dominios públicos, ya sean políticos o comunitarios. Los servicios que debe proporcionar un servicio público, o la política en general, no son los mismos que cabría esperar de un proyecto privado; la preocupación por el bien común no casa bien con el tipo de expectativas de (auto)satisfacción que se esperan de un juego.

Una de las críticas más coherentes y lúcidas del ensayo se dirige contra la «memeficación» de las noticias y la decadencia de los medios actuales. Siguiendo al experto en medios C. W. Anderson, Morozov distingue entre audiencias algorítmicas y audiencias deliberativas: las primeras son aquellas que reciben información en función de lo que se cree que puede interesar más, discriminando así posibles noticias relevantes frente a las que pueden ser más exitosas en términos de difusión; las audiencias deliberativas, por el contrario, eran interpeladas por el publicador/divulgador/periodista para que se involucraran en el debate, más allá del interés personal en los hechos (es decir: se buscaba un interés común, público).

El tema de la privacidad, la exposición y el autoseguimiento también se trata en varios epígrafes del texto. La persecución obsesiva por la máxima exposición y la omnipresencia en las redes son consecuencias insoslayables del prurito por afirmar la singularidad en un universo (el de las redes sociales) en el que parece que todos debemos aportar algo relevante y excepcional. La exposición masiva de nuestros datos personales es utilizada, obviamente, para generar dinero por las compañías que gestionan esa información; pero, además, asistimos a una banalización de la intimidad que minusvalora la importancia que puede llegar a tener el mantener ciertos aspectos de nuestra vida ocultos a ojos de los demás.

Por otro lado, la diferencia (sutil, pero importante) entre la preservación y el recuerdo es, en opinión de Morozov, más imprescindible que nunca; en sus propias palabras:

Cuando no se reflexiona sobre lo que debería preservarse, los registros […] pueden reducir la cantidad de cuestionamientos que nos hacemos acerca de la relativa importancia de los sucesos registrados; la enormidad del archivo tal vez esconda esa importancia.

En suma, Morozov opina (con toda la razón, a mi entender) que el futuro de las tecnologías no depende del modo de funcionamiento o desarrollo actual de internet, sino de cómo queremos que sean y se relacionen con las personas. El estado actual de cosas, y los usos que hacemos de la tecnología, no condiciona sus posibles cambios futuros; en nuestras manos está el hacer que internet, y la tecnología en general, sean lo que deseamos que sean.

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