Lo más interesante de la nueva novela de Chuck Palahniuk es el trasfondo que encierra la delirante trama; lo peor es que refrenda el hecho de que el estilo del escritor estadounidense ha quedado reducido a una anodina voz que suena indistinta sea cual sea la historia a tratar. Hemos comentado muchas de las obras de Palahniuk en esta web, y algunas son hoy día verdaderos hitos de la narrativa de las últimas décadas; no obstante, la osadía de la que hace gala al escoger los temas queda mermada por una forma de narrar que, despojada de sus mejores técnicas, revela a un escritor superado por sus expectativas.
En Eres hermosa seremos testigos de la sorprendente historia de Penny Harrigan, una joven provinciana que persigue el sueño de ser abogada en Nueva York. Frustrada por su pasado y su falta de experiencia, se ve sorprendida el día en que el multimillonario más famoso del mundo, C. L. Maxwell, cliente del bufete en que ella trabaja, la invita a cenar. Después de esa primera cita, Penny se embarca en un pantagruélico y sicalíptico descenso a los infiernos de la mano de un hombre que es capaz de brindarle el mayor placer con la línea de productos íntimos que pretende lanzar al mercado, pero que, al mismo tiempo, no muestra el menor atisbo de sentimiento hacia ella. La protagonista pronto descubrirá que esos juguetes sexuales esconden un propósito más oscuro que el de la simple riqueza material.
Como digo, lo interesante de la novela estriba en la despiadada crítica del consumismo que Palahniuk nos ofrece. La segunda parte de la obra, en la que asistimos a la comercialización de los productos de Maxwell, es una sátira (con algunas escenas memorables) de nuestra sociedad inane, superficial y materialista. En este sentido, Eres hermosa muestra sin paños calientes el lodazal en el que hemos convertido el consumo, traspasando todos los límites morales y transformando a millones de personas en simples máquinas de deseo atrapadas por argucias publicitarias:
La cultura general llevaba tanto tiempo usando despreocupadamente el sexo para atacar el cerebro de los hombres jóvenes que la sociedad ya tenía perfectamente aceptada aquella práctica diabólica.
La novela retrata con mordacidad sin límites esa manipulación en la que caemos todos los días, comprando objetos que no necesitamos debido al bombardeo de mensajes de marketing al que nos vemos sometidos. Al igual que hacía en su ópera prima, El club de la lucha, los ataques del autor contra el negocio de la publicidad y el marketing son sutiles, pero demoledores.
Así pues, el fondo de la obra es interesante y revelador; sin embargo, la cruz de la moneda la tenemos en su forma. La narrativa de Palahniuk se ha caracterizado por una prosa incisiva, rápida, profusa en detalles técnicos, socarrona y explícita. Ya en sus últimos libros se advierte una deriva hacia cánones más convencionales, abandonando la mordacidad cruel de sus primeros textos: en Eres hermosa se alcanza, por desgracia, el culmen de ese cambio. La prosa es ramplona e insulsa; los personajes carecen de rasgos característicos o memorables; las situaciones no tienen brío ni consiguen epatar al lector. Hay extractos que más bien parecen sacados de un ensayo que de una obra de ficción: tal es el grado de adocenamiento de la prosa.
Es una lástima que una obra con un planteamiento tan suculento se vea mermada por una prosa incapaz de exprimir los elementos que proporciona la trama. A tenor de sus últimos libros, parece claro que el estilo de Chuck Palahniuk hace tiempo que alcanzó su cenit y que no ha conseguido reinventarse como narrador. Eres hermosa queda así como una novela de ingenioso trasfondo, pero insustancial y tosca; solo recomendable para los seguidores acérrimos del autor estadounidense.
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